Me llamo Sindy y tengo veinte y cinco años, en este momento es de noche y hace frío, me encuentro sobre un paredón rojo con figuras satánicas. Estoy esperando a un amiguito fiel y cariñoso al cual le haré pasar una gran noche de amor y placer por unos cuantos pesos. Mis cabellos castaños, mi piel morena y hermosa, mis ojos color carmelo, mis labios gruesos, rojos y sensuales, mis buenas piernas, mi abundante cola y mi gran busto, hacen que los hombres lo den todo por mí.

Por una noche totalmente sencilla cobro quinientos mil pesos; por una noche con sexo anal y vaginal, ochocientos mil pesos; y el KIT completo con striptis, sexo anal, vaginal y oral, cobro un millón doscientos mil pesos. Yo sólo soy para hombres ricos y con dinero, a parte de ello, muchos se han quedado con las ganas, aunque venderían su casa, sus hijos y su mujer, sólo para estar una noche conmigo.

La parte interesante de mi vida es muy oculta; no paso casi tiempo en un mismo lugar, tengo que estar huyendo de la justicia. ¿Por qué? Porque al ochenta y cinco por ciento de los hombres con los que he estado los mato al finalizar mi trabajo. Les dejo un beso de labial rojo en la frente, una rosa negra incrustada en sus dientes y el cuchillo que les entierro, en el pecho se los adorno con pétalos de flor. Finalmente y con mucha rapidez, tomo más del dinero de la cuenta y huyo deseándoles lo peor.

Tengo cinco hijos, todos productos de un error. Santiago, el mayor, es derivado de una violación por parte de un hijo'e puta tío que me violó a la fuerza a mis doce años, y al cual maté a mi diez y seis anos, porque intento volver a hacerlo.

No creo que me quede mucho tiempo de vida. La policía ya casi está que me alcanza el rastro, y sinceramente prefiero morir a estar encerrada en una cárcel por el resto de mi vida, y por ello he decidido dejar a mi hijo Santiago a cargo de sus hermanos; pero para esto espero que el trabajo que ejercí por cerca de seis años les sirva para vivir por el resto de sus vidas. Les dejaré las propiedades de cinco casas y tres fincas en distintas partes del país; tres camionetas, dos motos y una cuenta bancaria con ciento ochenta y cinco mil dólares que suman más o menos ocho billones ciento setenta mil millones de pesos. Sólo espero que lo sepan aprovechar y disfrutar más de lo que yo nunca les di.

A todos esos cabrones que estuvieron conmigo y que maté, les digo que no se preocupen por mí, los veré en el infierno; y a los demás, los estaré esperando para hacerles la vida imposible. Malditos sean por siempre.

Tengo un revolver en mis manos, apunto a mi cabeza, aprieto el gatillo, y poco a poco, no queda ya nada de mí.