Una invitación que hace tiempo no tenía. Ella aceptó por que quería relajarse, darse un gusto tal vez o, simplemente, mantener una charla después de una semana más de trabajo. Fue agradable. Ambos se sintieron bien aunque, en lo extra laboral, poco se conocían…ahora, se conocen un poquito mas…grata conversación, agrados al descubrir puntos de vista que ambos tenían y aunque en algunos no coincidían…Sorpresa para ella el no aburrirse con un chico de 22…Sorpresa para él al no escuchar el discurso típico que estigmatiza a las mujeres de 30…una vela les decoraba su mesa y como la invitación fue a “su estilo”, la cerveza le recordó a ella su época de estudiante.
A pesar de lo tenue de la luz de la vela, él se percató de la blancura de las manos de ella…”tienes piel de bebé”, dijo a su compañera mientras con su dedo indicaba la ruta de unas delicadas venas que dejaba traslucir el blanco de su piel, ella observó el contraste que se produjo en su mano con el camino que realizo aquel moreno dedo que, encima de su mano, se veía mas oscuro aún…como el blanco hielo su mano helada se sometió al calor percibido en aquel acogedor trocito de carbón…el eclipse se produjo cuando ambos juntaron sus mejillas, ella percibió el calor del sol sobre su blanca y fría mejilla de luna…ambas pieles se contrastaban hermosas, el abrazo de despedida también lo fue…ella posó sus fríos labios en la cálida mejilla del joven, ambos sonrieron tiernamente, contrastaron tiernamente en un abrazo final, después de aquel agradable “momento de eclipse”, siguieron cada uno su camino…