EXCESOS


Abrió las piernas
junto con el café de la mañana,
y un par de versos
formaron pálidamente
rebelión
en sus adormecidos muslos.
Mientras caía la tarde,
un rostro desconocido
agonizaba
en la pared húmeda
de su oscura mansión deshabitada,
ella seguía acunando verbos,
tejiendo metáforas,
que se deslizaban desde su útero
para dibujar estrofas
en sus piernas cansadas.
Cerró las piernas,
termino su café,
se calzó los zapatos
y sonrió;
no miró atrás,
sabía lo que dejaba,
un par de letras
ahogándose en su sangre,
para no llegar nunca
a la palabra.

-Exceso del no ser, esqueleto sin alma-