Deshojábamos las tardes con los dientes, con las bocas, con diluvios de caricias perfumadas por el sol. Caracolas en tus manos. Mariposas en mis tardes. Entre las sedientas dunas de mi ansioso cuerpo ardido, tu Universo de concreto se escondió en las arenas. Caracolas estelares. Mariposas en mi cuerpo. Me sonríe tu mirada en esta foto y mi piel se decolora en mil nostalgias. Sólo esto me has dejado. Sólo esto me ha quedado. Ya no más las caracolas. Mariposas, nunca más.
Texto agregado el 31-08-2008, y leído por 83 visitantes. (5 votos)