El aserrín gobernaba sus ojos
Su mirada parda y fija en las tablas
Nada importaba además de eso
Ni siquiera un rostro arrugado
Ni siquiera las manos sangrando
Sólo el proyecto de un delicado bastón
Una graduación con honores
para el viejo abedul

Los pájaros lloraban desde la ventana
Viendo las entrañas echas polvo
Velaban a ese viejo amigo como al íntimo
deceso de un hogar
Rapaz el joven seguía serruchando
La hoja se balanceaba siniestra sobre el muerto
En la fricción criminal que la mano severa
inyectaba en sus espaldas
Había el joven
Había un escenario lleno de pájaros
Y la muerte del abedul se justificaba en cada diente del serrucho
En cada átomo de aserrín comiéndole los ojos al joven
Que sólo tenía una cosa en la cabeza...
Metal
Entraña
Metal
Entraña
Bastón
Y la gran sonrisa de un viejo