La noche está tan estrellada que parece un lugar cerrado, pero conosco que dentro de la oscuridad se esconde la imagen de la naturaleza dormida.
Estoy pensando pavadas en estado de melancolía.
(Observo entretenida, la mancha oscura de un ombú que hay en la finca, que ocurrente ahora bautizo con el nombre del gordo Hotei,
en alusión al buda panzón y sonriente).
Mi novio Quique está durmiendo porque cayó rendido, sobre un elegante sofá de dos cuerpos,
con una pierna como colgando del respaldar de los brazos izquierdos, pero con los de él cruzados cuál momia Egipcia que descanza en la boveda,
con la cabeza doblada presionando el menton contra el pecho, y con el alma alegre por estar conmigo. Hoy fue un día agitado pero llegó la hora del remanzo de estar cada uno por su lado.
Creo que lo mejor será que encienda unas brazas para preparar un asado con carne de cordero, adobada con especias de todos los colores,
para que estos enamorados podamos llenar el tanque y seguir viaje rumbo a lo desconocido.
El carbón tiñe mis manos de negro azabache,
igual preparo una estopa con alcohol fino para inciar la llama, dejando huellas digitales en el inocente frasco de vidrio.
Pensé: Nada importa que tan desprolijo se comience a cocinar, sino que tan perfecto quede el plato cuando se sirve a la mesa.
Pero hace falta una vara de acero para esparcir las brazas por debajo del enrejado, entonces me acerqué al galpón sosteniendo una vieja linterna casi sin batería: encontrandome para mi sorpresa con que hay una enorme cantidad de falsos billetes Euros apilados sobre una sucia tétrica mampara.
Busqué de iluminarme prendiendo la luz general,
enseguida pude comprovar que se trata de una cocina clandestina de estupefacientes,
además hay un tanque semi vacío con restos de Efedrina. Al instante pegué un grito de espanto sintiendo una escalofrío tremendo.Todo podía ser porque era una quinta prestada.
Cuando regresé por ayuda, Quique no se encontraba donde lo dejé.
Comienzo a llorisquear mientras lo busco desesperada, hasta que de golpe entro en la habitación, topandome con un fornido hombre vestido de ganster, que de pronto sin que pueda atinar a nada, tapa mi boca, sosteniendome fuertemente de la cintura.
Por su lado Quique esta siendo obligado a escribir una nota para confundir a la prensa por el caso del triple crímen de General Rodriguez.
Una persona de mal aspecto clava en su torso desnudo, espinas gigantes sostenidas por la rama de una extraña planta que hay debajo del molino, exigiendo de mi novio, que escriba cuanto antes lo que furiosos le dictan al oido.
Pero el grandote que me amordazaba no se percató de que aún sostenía la lanza para desparramar el fuego, entonces la clavé con pasión en su empeine con mocasín atravezando el sucio pié e incrustando la punta bastante dentro del piso de madera.
Por su parte Quique hizo lo propio metiendo levemente el bolígrafo en el ojo de uno de los malvivientes, por ende desarmandolo de rifle y pistola; y con ello logramos capturar al resto de la banda.
Luego lo que hicimos fue atarlos fuertemente con sogas, llamando al novecientos once para reportar el hecho, más enseguida huímos del lugar para siempre, no sin antes, meter los restos del fuego en unas latas con anfetaminas junto con el dinero, para que no los puedan usar, y de darnos un buen beso de lengua, mientras tanto marcabamos los contornos de una foza de mi tamaño,
no muy profunda, donde dejamos avandonada la nota en cuestión, aclaro, manchada de negro carbón pués la idea fue mía, genia, para fortalezer nuestro argumento defensivo en caso de ser descubiertos.
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