Estoy despertando pero continuo dormida,
dormida entre esas manos que pertenecen al cuerpo donde habito con mi cuerpo,
con mi cuerpo tatuado de varios de esos moldes que sirven ideales para hacer zapitos en la arena de la playa. Pero digo sin reprochar, que esas extremidades que de rebote también son mís manos hoy obvedientes, luchan en evento aparte,
con las tuyas propias, que cual tenazas desean exprimirme, cual naranja dulce que pronto irá al jugo con hielo en el trago largo del bar.
Luchamos, cada uno con su peculiar manera,
de intereses distintos pero emparentados,
a protejer la zona donde yace la guarida;
pero ha decir verdad, siendo muy sincera con Cintia, por mi parte, blonda estoy por caer en la conocida trampa, que se cierne con su mortal alambre con resorte sobre mi mediana parcial entereza, dejando sin remedios, entre la amalgama de aire que existe entre nuestras palmas con los dedos entrelazados, todo mi sudor final,
lo ultimo que me queda hasta pasado un largo rato,
en el nuevo aviso siempre sin forzar.
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