Ya ni me duele enganchar la tapa de la jeringa de tinta Tan fálica como fugaz mi ingenuidad genuina Llena de flancos la rocosa herida de tu partir Es pectral la sombra de tu silencio y la solitaria dicha Mata dolor que lleno dentro como cada segundo Succiona mi vida, y el rosar del lápiz con mis dedos acaba con mí respirar. Meta-Dolor el que me desgasta al pasar la erosión. Del tiempo, la paciencia en mi espera; me invade tu presencia añorada. La tierra que me da las pulsaciones desangra mi alegría Que desnudo ante ti; descubierto de toda mascara, soy para ti un fruto sin cáscara.
Texto agregado el 28-08-2008, y leído por 102 visitantes. (1 voto)