No hay nada mejor que un lineazo a las tres de la mañana. Con sudor frío en la espalda, las tripas retorciéndose y la mente queriéndose ir sola... ¡Mmmmierda! se siente taaaaaaaan biennnnnnnnnn. La situación con las drogas de alto alcance [así las llamábamos en el maravilloso año de Nuestro Señor dos mil seis] es que una vez las has probado, no te crean adicción, pero son buenas amantes. Ya sabés a las que regresas cuando te han pateado el culo, o te ha mordido los huevos un perro rabioso perteneciente al amor.
Habían pasado ya dos años desde el día que echó el primer lineazo en la casa de Adriana y desde entonces había conocido a múltiples príncipes chinos, dos astronautas, su propio bisabuelo y combinando con la vieja cannabis, a su padre [muerto y podrido en algún lugar de Cuba]. Sabía que estaba enganchada con la linda nieve [sí, era mujer, que pena, jo jo], la buena y confiable azúcar, cercana al 20% de pureza pero no le importaba una mierda. Sin miedo. Sin ganas de vivir, en lo que a ella concernía podía follarse a treinta tipos a la vez o hacerse pasar por una bibliotecaria masturbatoria todo un año, con tal que al final del día estuviera el espejo enzebrado esperando en el baño o en la cama. Taaaaaan biennnnnn.
¡Ah! ¡Qué perfección! ¡Que despojo de existencia! ¡Qué sinceridad de junkie!, sin miedo por la adicción, siempre con dinero para hablar con el pusher [yo soy tu amigo fiel]. Las reuniones de negocios son en la zona 10, a dos cuadras del Géminis 10. Consulte con su dealer más cercano. Siempre con la misma cara de no-culpabilidad con la que caminaba, 20 a 25 años, caucásico, llevando tres o cuatro kilombos sin cuartear en la mochila. Hoy universitario, mañana mecánico [... cuando seas grande?]. A veces en los suchos, a veces en Applebees. ¡Que danza, carajo! Llegar, sentarse, hablar con él de cualquier cosa [cruzando la pierna] y luego al negocio ¡Que ballet, que elegancia, como se perdía la luz en el cuerpo sin reflejo puliendo la sensualidad de la cocaína cuando subía, subía, subía! ¡Qué ganas de follar con incandescencia para siempre! ¡Dios! ¡Tanta sutileza como en un viaje de hongos, tanta euforia como con las tachas de ZONA VIVA! ¡Coño!. Era linda como el inverno recién nacido y el frío que te cortaba el aliento,el que te hacía saber que el calor se había ido, con toda la melancolía que traía su maldito vaho repleto de recuerdos como bichos del Congo; el frío que dibujaba también las montañas que rodean el valle de la Ermita con tanta perfección que te parecía que estuvieran grabadas con bisturí en tus retinas, la gente se juntaba más, más, más; hasta en las camionetas atestadas, hediendo a sueño e idiotez se sentía uno a gusto, en el hogar. ¡y ese aroma!, mierda, tendría que haberla follado copado. Olía a marihuana con fresas. ¡No! mejor aún. Olía a felicidad.
En los colegios de Guatemala se seguirán dando exposiciones, propiciadas por alumnos aburridos y maestros de una paja, sobre las drogas. Lo malo de las drogas, las consecuencias de la adicción, sus propiedades químicas, etc, etc, etc... por siempre. Igual que con las enfermedades de transmisión sexual. [Todos con cara de escándalo, que lindo]. No, no había sido por curiosidad. Limpia y certera decisión. "Es que la primera vez siempre es por curiosidad", irónico tanto como es este mundo de mierda, fue durante la exposición, recitada de memoria [Bla, mierda, bla], que tomó la decisión de espiar más de cerca esos polvillos blancos que aparecían de vez en cuando en las fosas nasales del director, acompañados directamente por las pupilas dilatadas y la cara de idiota subnormal [sonríe, trata de parecer "decente"].
Sí, se lo cogió. Sí, fue en su oficina. Sí, le contó a sus amigas. Una de ellas, que más tarde terminaría siendo un ama de casa triste, como son tristes las religiones, le gritó en la cara que era una puta, una golfa, una idiota, una perra, porque - ¡Dejastes que te metiera su.... COSA! ¡AHÍ! - difícil aceptar una explicación así. Yo los vi por la ventana, no sólo le metió su brutalmente empalmada virilidad "ahí", se la metió en la boca también. Ella tenía una lengua hábil y sabía usarla. ¡Y vaya si sabía usarla!. Medio vestidos, medio desnudos, topando con todo en la oficina, botando diplomas y calendarios, botando el cuadro de la esposa y el hijo, botando los libros, notas, reportes. La penetró con ternura, deslizándose dentro de ella como un río se desliza entre los árboles de pino, librando ese aroma a Navidad subdesarrollada. Pinos. Alineados en el Boulevard Vista Hermosa condenados a vivir entre la opulencia/estupidez. Le susurraba al oído "Te amo, Andrea, siempre te he amado... casate conmigo, te lo ruego nena linda". Andrea Liliana Batres Conrado tenía unos pechos pequeños con dos grandes pezones, cuerpo de amazonas con una energía sexual lo suficientemente fuerte para matar a alguien, sus pezones se retrayeron cuando él se los metió a la boca, mordiéndolos, lamiéndolos, ella gimiendo [más, dame más], jalándole el pelo, y las maestras en el salón de al lado preguntándose porqué mierda no les pasaba "eso" a ellas. Lily se estremeció, se retorció, gritó, arañó, pataleó, mientras el Sr. Treinta Años Mayor [casado, je je] lamía su clítoris con tanto brío, con tanta paciencia. [¡Jesús!] Cuando la penetró con la lengua. [¡Qué rico!] Cuando acabó, entrelazando los dedos de los pies, haciendo que tronaran [en el pie derecho colgaba todavía su tanga de color miel]. Le prometió la paz mundial, con tal que lo dejara acabar adentro. Con 17 años uno puede follar hasta caer desmayado, ¡mierda! con 17 años uno coge hasta que los músculos lloran aceite y las venas se abultan como ramas de abedules. Pero mientras el director recitaba a Neruda, con lágrimas en los ojos y se sujetaba a su espalda como si fuera el último resquicio de esperanza para su alma perdida, Andreíta con uñas pintadas de rosa y esperma deslizándose entre los muslos abrió una de las gavetas y se llevó medio kilo de fantasías en polvo. |