Sepan que mi silencio no es olvido, sino simplemente silencio. Después de dos meses en un país el que ya siento como propio, me he dado cuenta que siempre los llevo cerca. Muchas noches me duermo pensando en ustedes: en sus travesuras, en sus familias, en su estudio, en las memorias. Que buenas eran, ¿no?
Muchos saben de mí, de mis problemas, de mis estudios, de mi familia, de las cosas que he dejado de hacer y otras que sigo haciendo. Probablemente, lo mas importante en este momento son las cosas que he dejado de hacer.
He dejado de salir, he dejado la vagancia, he dejado de vivir, de conocer, de atreverme. Vivo en el lado seguro del mundo. Seguro, y por mas seguro que sea, no deja de ser malo. Y de las cosas que sigo haciendo; sigo siendo sarcástica, fresca y fiel.
Esto es más para contarles mi ultimo acontecimiento.
Después de una corta relación y un viaje en un día nublado a Viña del Mar, finalmente descifre mi problema: doy todo al amar. ¿Problema? Si, problema. Puedo decir que pocas veces he amado y siempre al final termino sintiéndome como imbecil. Cuando amo a una persona, y está de más nombrarlos, doy todo; con resemblanza a una esclava, hago todo lo posible para facilitar las cosas, siempre estoy disponible. A los que piso, a los que no quiero y a los que maltrato siempre los encontraba ahí, luciendo el rol que juego hoy.
Pensé haber encontrado a una persona que se parecía mucho a mi, que me quería a como era, y que me haría feliz. Claramente, me equivoque. O talvez simplemente, el imbecil es él.
Pensándolo bien, he decido no volver a hacerlo. Al que quiera que le cueste, y el que sabe, sabe que cuesta. Así que, queridos amigos, la piedra ha vuelto.
Ahora no se ni cual es mi problema.
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