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Si las maldiciones son, por su propia esencia, una demostración de maldad, la suya llevaba además un plus de mala leche. Así pensaba Francisco Lara mientras esa tarde se dirigía a su domicilio . Francisco, Curro, miembro de una familia gitana cuyos orígenes se perdían en el tiempo. Conocía la historia transmitida de generación en generación y que afectaba de manera inexorable a todos los primogénitos, y él lo era, de la familia Lara. El hubiera asumido cualquier otra maldición con entereza. Convertirse en vampiro, en alma errante o sufrir intensos dolores a lo largo de toda su existencia, eran maldiciones habituales cuyo propósito era atormentar cuerpo y espíritu del maldito. La suya iba más allá. Aquella mujer despechada, cosa de amores no correspondidos, que les maldijo por treinta generaciones, de ello hacía ya más de quinientos años, sabía cómo hacer las cosas bien y así, tras cada luna llena, el cuerpo de Curro Lara, ahora y de veintinueve abuelos suyos antes, sufría la transformación. El proceso se iniciaba siempre desde abajo. Las uñas de sus pies crecían y sus dedos se alargaban, mientras el resto del cuerpo encogía a la vez que se iba llenando de plumas. Su nariz y boca se fundían en un pico anaranjado del cual colgaría un moco permanente. Era la maldición del hombre-pavo. Cada noche de luna llena, Curro Lara se convertía en pavo. Comenzaba a picar y escarbar el suelo buscando granos y lombrices mientras miraba a la luna llena lanzando incesante su "¡glo, glo, glo!". Una vez cada 28 días, siempre cuando las primeras luces de la luna llena iluminaban la noche oscura. El hechizo se rompía con el primer rayo de sol y Curro Lara volvía a recuperar su forma habitual. Aquel día cuando entró en la pequeña cueva, que era su hogar, del "Sacromonte granaíno", notó que toda la familia gitana le miraba de manera extraña mientras se lanzaban sonrisas cómplices entre unos y otros. La abuela le tocó, evaluadora, una de sus piernas mientras se pasaba la lengua por los labios. Curro Lara se estremeció de terror. Aquella noche habría luna llena y en el exterior una voz infantil cantaba "Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad..."

Texto agregado el 27-08-2008, y leído por 641 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
09-05-2010 Es-pec-ta-cu-lar malaya
24-02-2010 Humor con moraleja ¡Qué imaginación tiene Don Poirot! Imaginación de las buenas, de las que hacen mucha falta. Mis cinco, y mis excusas, por no haber pasado por esta lectura. Continúo... maravillas
03-09-2008 no me gusta el pavo, pero la historia está mona... sensei_koala
29-08-2008 ¡Vaya! la maldición de hombre pavo, jejeje... Yo también me aterraría con algo así. Muy buen relato. starfish
28-08-2008 Muy bueno el cuento y la forma de narrarlo. ***** zumm
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