para K.C.

Si hay alguna forma de aproximarse al infinito,
es mediante la sublimación de la materia,
la multiplicación incontable de un grano de arena
hecho palabra, signo, poesía…
Usted es dueña de este arte, señora
Y como a veces el universo me sonríe,
usted me dedica un verso, señora...
permítame llamarla mi poetisa.

Mi poetisa que intenta
renacer como un sol en mis angustias
llenas de sombras y recovecos olvidados.
Mi poetisa que con un verso
es capaz de hacer cantar mil pájaros en mi ventana
y despertarme de esta soñolienta noche.


Aún me invade la prudencia
de beber del agua que usted me ofrece.
No es que dude de su frescura y de su pureza,
sino más bien, dudo de mi sed insensata y mis deseos ambiguos.


Mi poetisa, amo el impulso que de usted se dispara
violando los mundos cognoscibles
en busca del ideal anhelado, imaginado, inédito.
Mi poetisa, hay en mi orgullo pero también espanto
tras cada intento suyo por quebrar mis mas impenetrables territorios;
sitios en los que ahora podrá encontrar su nombre guardado.