Mientras el reloj acariciaba, la media noche, una mosca buscaba un lugar oscuro donde sentarse a dormitar, finalmente se sentó en la pared de mi closet, sentí su mirada, en mi cama sentí como sus infinitos ojos escarlata me miraban fría y calculadoramente, me observaba, aun en la oscuridad podía sentir sus ronquidos, volverme loco, estaba desesperado, tenia siete días sin dormir, por haber moldeado a mi imagen y semejanza mis esculturas de plastilina, y no estaba de humor para que un insignificante insecto me molestara mi obligado sueño tan importante para que yo creciera sano, me levante furioso en la oscuridad, la aceche armado con una espada hecha de papel periódico y la aplaste sin misericordia, no le di un solo golpe, por lo menos fueron treinta y nueve, descargue toda mi ira en ella, cuan castigo eterno, pronuncie maldiciones, no solo después de haberla matado, sino también durante el viaje que hice a través de mi psique en mis sueños, estaba feliz, extrañamente me sentí poderoso por haberme desecho de ese monstruoso e insensato insecto que oso pensar con interrumpir mis sueños. El despertador me recito al oído que eran las siete de la mañana, no sabia de que día, pero no se pueden conocer todos los secretos del mundo a los nueve años, de repente la puerta se abrió emitiendo un sonido horrible, era un chillido como de un cerdo muriendo; sin percatarme entro mi madre armada con una viejo diario, estaba furiosa, con la velocidad del trueno arremetió contra mi a punta de periodicazos, me volvieron a la realidad de relámpago.
–– Despierta, mendigo chamaco, no me dejaste dormir en toda la maldita noche con esas blasfemias, en cuanto te levantes te vas a ir a ver al padre Fonseca para que te confieses por esa sarta de cosas satánicas –– Dijo mi madre en tono de monologo –– Ahora vístete para que desayunes, y empieces con tus deberes.
Cerro la puerta con un seco golpe, para dejarme a mi, lleno de golpes de periódicos, ahora que lo recuerdo creo que las editoriales acerca de la política exterior gringa me cayeron como bomba en la cabeza, por que vi al señor Kissinger entre las estrellas que estaban revoloteando en mi cabeza, cuando me ponía los pantalones, no deje de sentirme como esa mosca, a merced de fuerzas mucho mayores que las mías, esa fue la primera vez que sentí el rigor de las absurdas fuerzas del universo y sus chuscas formas de manifestarse.
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