Como el bramido del mar,
al estrellarse entre las rocas,
o como el eco en las montañas,
de una voz fuerte y poderosa.
Como dos gotas de agua,
que brotan del mismo cielo,
y atraviesan rápidas las rocas,
y caen hacia el suelo.
Como dos estrellas,
que se estrellan fugaces,
como dos caminos,
que se andan iguales.
Como el distante susurro,
del viento sobre la hierba,
como quedo el murmullo,
que pesa sobre las penas.
Resbalan las lagrimas,
que escapan de mi cuerpo,
y escapan presurosas,
en busca de consuelo.
Pero pobrecillas lagrimas,
que en el aire se evaporan,
porque no hallan las palabras,
y hasta el corazón me llora.
Así con el mismo latir,
nuestros corazones latieron,
más ahora en la distancia,
solo puedo decir ,hijo mío
te quiero.
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