EL POETA
Era una mina linda, arrabalera
que se piantó una noche del suburbio
dejando algún pasado, tal vez turbio,
en Barracas, Liniers o Balvanera
y un pebete llorando en la catrera
por la ausencia de aquella flor de fango
que en el ritmo canyengue de algún tango
entregó la virtud y está hoy en USA
changando en una esquina la papusa
donde la rentan gringos por un mango.
EL PEBETE:
Yo que viví la historia de este tango
quiero brindar por ella, la que fuera,
la rosa más fragante en Balvanera
y hoy es otra marchita flor de fango.
Ya que puedo tenerla por un mango
voy a ponerle un Carolina Herrera
y ordenarle estofado de ternera
en la mesa más cara en el "Arango".
Adornaré su pelo con la rosa
locombiana más fresca y olorosa
y le haré recordar lo que es ternura.
Y al pirarme, silente, en la alborada
la dejaré soñando, ilusionada,
con el romance que ella conjetura.
LA PERCANTA:
Che Matilde, bebí y comí ternera
con el gilito aquel que me soñaba
en el altar, aquel que laburaba
en Quilmes, al voltear la cervecera.
Para apilar la guita es una fiera
tiene millones, vive en plena octava,
y piensa que dejándome en la biaba
de la ilusión cobró lo que no fuera.
Yo lo recuerdo al pobre en Balvanera
junándome de lejos, lengua afuera,
mientras yo espero al fin que se decida.
"Pobre gil, no garpó ninguna mina
y me voy ya a comprar la medicina
pues me subió la cuenta esa del SIDA". |