Camino en la noche;
por el andén pecaminoso
me cuido de no pisar en falso.
La oscuridad me resguarda
mientras la luna impía
busca asirme con su brillo;
ahora corro.
La ciudad se abre a mi paso:
lo estrépito de su ruido,
lo angustiante de su peligro,
lo helado de su brisa,
lo espasmódico de su velocidad...
Ella sabe: falté a lo que era debido.
La lluvia no lava la sangre
ni expía la culpa.
El frío no seca las lágrimas
ni suprime los recuerdos.
Corro más rápido,
Pero la extenuidad me detiene.
Me ha vencido.
Me he doblegado
ante la inmensidad citadina
y he sucumbido
ante el remordimiento
y el desconcierto de mi soledad.
Texto agregado el 24-08-2008, y leído por 81
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Lectores Opinan
01-09-2008
"La lluvia no lava la sangre ni expía la culpa. El frío no seca las lágrimas ni suprime los recuerdos". Es o que muchos de los habitantes de la posmoderna Bogotá esperamos que suceda. Que los elementos esenciales de esta urbe nos laven y nos purifiquen. Akeronte
01-09-2008
"La lluvia no lava la sangre
ni expía la culpa.
El frío no seca las lágrimas
ni suprime los recuerdos". Es o que muchos de los habitantes de la posmoderna Bogotá esperamos q Akeronte