Marchita sangre bajo la máquina explota
breve respiración se agita resistiéndose al tiempo.
Una bandada de pájaros le arman un cortejo en lo alto,
rapaces testigos del sueño que aquella hora gobierna
sin dejar rastros de cómo volver al alegre despertar.
Las manos hechizadas como tenazas se impulsan
y muestran la nube de carne que tiembla.
La santidad de aquella mirada que se aleja
iluminó por un instante la máquina estrujada.
Un velo frágil se mece en el aire
y se deposita al fin como flor que se desprende.
Aquella esquina se evapora desde entonces
una mancha se deforma con el soplo atemporal.
Texto agregado el 24-08-2008, y leído por 109
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Lectores Opinan
25-08-2008
Que magico relato y muy inspirador.Vida y muerte el paso de uno y el cominzo de otro, que es nueva vida.
Besos cariños. steyalara
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