No quiero que seas tan brillante como una estrella porque las estrellas son inalcanzables y yo te quiero alcanzar.
No quiero que seas perfecto, porque así nada me sorprendería.
No quiero entregarte mi alegría, quiero compartirla con vos.
No quiero que estés conmigo cuando quieras estar solo, quiero que cuentes conmigo cuando me necesites.
Las sonrisas compartidas hacen mayor la alegría, las lágrimas compartidas achican la tristeza.
En la simpleza de esa mirada pequeña que encierra tantas cosas está el motivo de quererte descubrir.
En esa sonrisa empañada por la nostalgia está el porqué de quererte conocer.
Solo quiero que si tienes ganas de mi abrazo, me dejes abrazarte, si tienes ganas de mis besos, me dejes besarte, si tienes ganas de contarme, me dejes escucharte.
Si tienes ganas de amarme no me ames como nadie, no me ames como todos, ámame como lo sientas, ámame como eres tú.
Porque de esa manera me amarías siendo libre y sonreirías feliz de poder expresarte.
No quiero un compromiso que sea una atadura, que si algún lazo nos une sea simple, sin nudos complicados, para que no nos ahogue la rutina y no nos sintamos aprisionados.
Que sea un lazo flexible para que no se rompa en la distancia.
Tantas veces las personas se separan porque dejan de ver lo importante. Cuando uno se conoce y pone todas las ganas las complicaciones dejan de ser lo primero y es ahí cuando reflejamos quienes somos porque estamos abiertos a descubrir y dejarnos descubrir por la alegría y el misterio de una nueva oportunidad que se nos presenta. Si mantenemos el corazón atento cada encuentro sería una fiesta para los sentidos.
Mientras tengamos ganas no nos privemos, por miedo, de la aventura de conocernos.
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