La voz (Cuatro letras)
Como gasto papeles recordándote
Como me haces hablar en el silencio
Como no te me quitas de las ganas
Aunque nadie me vea nunca contigo...
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Ella nunca supo en que momento él apareció en sus sueños. Al principio fue como una sombra, el vestigio de un sueño dentro de otro. Mas tarde su esencia fue más concreta, dejó de ser una sombra, un murmullo ó una brisa para ser la voz, el calor y el cuerpo de un hombre.
El calor. Eso fue lo que la despertó una noche, un calor que le afiebraba la piel, aceleraba sus latidos y le secaba la boca. Pensó que era una pesadilla, pero en su interior sabía que no era así, por que además del sudor, la sed y las palpitaciones tenía una sensación placentera, tanto que era casi dolorosa al mismo tiempo, como una cálida nostalgia, como si hubiera perdido algo hermoso, aunque no sabía que era.
Después de esa noche, pese a que no entendía que sucedía, cada vez que las mismas sensaciones la despertaban, intentaba recordar cada detalle del sueño, pero no podía y eso la frustraba por que estaba segura de que era algo casi mágico y quería revivirlo cuando estaba despierta, así que se dedicó a pensar en sus sueños y esperar.
Nadie notó nada extraño en ella, ni siquiera su novio, nadie vió como su mirada se volvía transparente, como sus palabras cobraban un tono suave y distante, como su mente se separaba de su cuerpo, para viajar a un lugar desconocido. Asi transcurrían sus días, con sus rutinas precisamente cumplidas, mientras tenía conciencia solo de algunas sensaciones, mientras sus sentidos se gobernaban a sí mismos, eligiendo que percibir y que no. De esta forma supo que su piel gozaba con el calor del sol y la sorpresa fresca de la lluvia, que sus oídos podían captar las risas de los niños, los besos y los susurros de los amantes ó la suave melodía de algunas canciones, aunque estuvieran escondidas entre gritos, bocinas y maquinarias, tambien supo que sus manos buscaban superficies cálidas y sus ojos no se detenian en nada, ella creia que sus sentidos buscaban algo que los complaciera totalmente sin poder encontrarlo todavía. De esta forma, esperaba la noche.
Y finalmente la noche esperada llegó. Una noche donde el sueño fué más nítido que antes, ya no había sombras, solo una tenue luz azul donde pudo ver un dormitorio con pisos y techos de madera y distinguió la silueta de un hombre que fumaba junto a una ventana donde caia la lluvia, como si esperara ver llegar a alguien, aunque no estaba impaciente, la suya era una espera confiada, segura. Cuando ella quiso hablarle de su garganta salio un sonido extraño y sin embargo, él giró la cabeza y habló
- ¿Donde estás, mi amor? Te extraño, te sigo esperando-
En ese momento ella se despertó, su corazón palpitaba como nunca, el sudor cubría su cuerpo y sus manos estaban en el aire, como intentando aferrarse a algo ó a alguien.
¿Que la había despertado? ¿Que era lo que estaba enloqueciendo sus sentidos? La voz. Esa misma voz escuchada un minuto antes en su cabeza, esa voz profunda y ardiente. Eso era lo que sus oidos habian estado esperando y necesitando y ese hombre era lo que sus sentidos buscaban.
En sus palabras ella pudo sentir el deseo y la necesidad de poseer en cuerpo y alma a la mujer que esperaba. Acostada en su cama se dio cuenta de que recordaba el sueño perfectamente mientras volvia a oir aquella voz en su mente, esa voz que le provocaba sensaciones increibles, la seducía, la excitaba y le encendia la piel.
Pensando en ese hombre entendió que lo deseaba y con ese deseo en su ser se durmió y volvió a encontrarlo en sus sueños. Era una extraña forma de soñar, era conciente de que soñaba y de todas formas estaba segura de que era más real que cualquier otra cosa que viviera despierta.
Se dejó llevar por lo que percibía y pudo oler el aroma agrio de la madera mezclado con incienso y la increible esencia de la piel del hombre, tan sensual como su voz y su cuerpo, hambriento de placer y descubrimiento, tan atrayente que ella podia sentir en sus propias manos y su boca un deseo irresistible de tocarlo, besarlo, recorrerlo y encenderlo para que el calor de él la envolviera. Ella seguía mirándolo cuando él comenzó a hablar por teléfono, luego de un instante, ella escuchó su voz y sintio como su pulso se aceleraba. Él hablaba muy despacio, insinuante, estaba segura de hablaba con una mujer, podía escuchar el deseo en su voz, sentir la urgencia que tenía por verla y con cada palabra de él crecía su propio deseo. Eran palabras casi susurradas, como si su boca estuviera en el oido de ella, su aliento en su cuello, los besos, las caricias, los abrazos y el placer que él le ofrecía a otra, todo lo sentía ella y eso la encendía más y más.
De pronto él dejó de hablar para encender otro cigarrillo y la miró: ¿Querés que te llame?-
Ella asintió con la cabeza y mientras él seguía mirándola fijamente el sonido estridente del reloj la despertó.
Lo primero que sintió fué frustración, confusión y pudor, como si la hubiesen sorprendido en un acto vergonzoso, pero enseguida su cuerpo borró todo eso para dejarle una terrible urgencia: Sexo. En esas cuatro letras se definía todo. ¿Como era posible? El sexo no faltaba en su vida, ella y su novio eran muy buenos amantes y sin embargo, ese desconocido que habitaba en sus pensamientos como una segunda conciencia la seducía cálidamente. A partir de esa mañana, su voz, sus palabras, ahora audibles y perfectas, aparecián en su mente cuando menos lo esperaba, en su trabajo, en la calle, en cualquier parte, de pronto, su voz la incitaba al placer y sentia que el maravilloso vértigo del deseo la inundaba, aunque él tardó un tiempo en volver.
Una noche, mientras se acostaba, volvió a recordarlo y se dió cuenta de que lo extrañaba, cuando el teléfono sonó de golpe. Contestó sin pensar y al oir su voz, el mundo se detuvo para ella. -Hola, ¿pensabas en mí? Te extraño-
Era él, estaba segura, aunque fuese imposible o absurdo, aunque no estuviera soñando. -¿Estás ahí?
La urgencia en la voz de él le encantó y se entregó entera a escucharlo, charlaron, mucho, sin mucha conciencia de lo que hacían, y empezaron a jugar, a seducirse, a imaginar como harían el amor si estuvieran juntos, y asi, suavemente se sumergieron en el juego, un juego de voces e imaginación. No era la primera vez que ella se autocomplacia, sola o acompañada, tampoco era ingenua, pero de todas formas supo que aquello era diferente, tuvo que decirle ella también lo que haría si estuviese con él, necesitaba sentir que le daba el mismo placer que recibía, con sus voces compartían los besos, las caricias, los olores, la pasión, hasta que ella vio el sol entrar por la ventana y empezó a disculparse cuando él le dijo -Ya sé, tenemos que irnos, te llamo después- Y cortó. Todavia confusa comenzó su dia, sin detenerse a pensar en la falta de lógica que tenía todo, no le importaba. Solo queria disfrutarlo.
Durante el tiempo que siguió, cuando ella estaba sola, él venía a su lado, a veces a sus sueños, donde hacian el amor, fumaban y dormian juntos, otras veces a través del telefono, compartian sus mañanas y volvian a sus juegos dulces y perversos. Eran la esencia exacta del sexo fundido en el pensamiento y la imaginación, gozado y esperado por los dos y en medio de todo, lentamente, se iban conociendo, hasta que llegaron a presentirse tanto que aprendieron a encontrarse tambien en sus pensamientos. Se habian convertido casi en una adicción, un vicio mutuo. Era una relación pura, sin promesas, reclamos o planes que no necesitaba nombre, etiquetas o testigos, era un secreto limpio y precioso.
Ahora sí se notaban cambios en ella, pero no hizo caso, evadía tranquilamente preguntas sobre su salud o su ánimo con respuestas esquivas mientras esperaba que sonara el teléfono. Disfrutaba extrañarlo cuando pasaban días sin encontrarse hasta que empezaron a jugar con la posibilidad de encontrarse verdaderamente, piel con piel, pero sentían miedo de perder lo que ya tenían, esa relación perfecta donde ambos eran dueño y exclavo, amante y amigo, presa y cazador, donde los dos podian ser fisicamente perfectos para el otro, donde tenian la posibilidad de ser personas diferentes, aunque siempre eran ellos mismos, cada vez, y volvian a descubrirse en cada encuentro, pero al mismo tiempos sus cuerpos, sus almas, ansiaban el encuentro, se torturaban mutuamente diciéndose lo que harían cuando estuvieran juntos, asi fueron despacio, planeando todo, para arriesgarlo todo, sin temores, sin mentiras, sin panes para un mañana. Cuando llegó ese día, ella estaba nerviosa y a la vez confiada, sabía exactamente que ropa ponerse para gustarle y que perfume usar para seducirlo. Sonreia mientras se vestía, sabiendo que él también estaba pensando en ella, esperándola, deseándola, queriéndola, aunque nunca hablaron de amor. El amor no tenía nada que ver con esto, el amor era mas real, pero también mas doloroso, impuro e imperfecto, en cambio esta unión era distinta, sin lógica ni explicación posibles, pero la magia que hacían juntos era mas que suficiente para los dos.
Pensando todo eso, con la voz de él en su cabeza y la piel dispuesta para su boca y sus manos y con la sonrisa en los labios, ella llegó hasta la casa, justo cuando comenzaba a llover, dejó que su pelo se mojara apenas, se permitió oler la lluvia y cuando iba a golpear, él le abrió la puerta...
Sofi Morena (2008)
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