FERVOR POPULAR
En el año 76, cuando el golpe militar, yo cursaba segundo grado en la escuela Iturraspe, que lleva el nombre del fundador de la ciudad.
Uno de la primera infancia tiene impresiones difusas, secuenciales, que se parecen mucho a esos videos cortos que ahora se bajan de Internet, no sé si alcanzan el estatuto de recuerdos. El psicoanálisis enseña que son recuerdos encubridores, porque como la primera infancia sucumbe a la represión, después del desenlace del complejo de Edipo, que seria algo así como el claudicar de los incestuoso empeños por ser el hombrecito de mamá, de esa etapa solo quedan huellas mnèmicas detrás de las cuales se esconden nuestras afiebradas fantasías infantiles.
Hubo que crecer para enterarse que el benemérito fundador que exaltaba la epopeya escolar era un vasco algo tramposo que, por ejemplo, había timado a uno de los primeros colonos que se afincaron en esta zona, expropiándole sus tierras porque el ferrocarril “Central Córdoba” finalmente no paso por donde se lo esperaba, o adulteraba padrones demográficos para recibir beneficios impositivos de la provincia.
Por supuesto tampoco teníamos conciencia política en esos años oscuros, pero recuerdo un día en que jugando con otros párvulos, sin saber de dónde nos vino, alguien arengó:
“Viva Perón”.
Fue una emoción arqueológica, como el hallazgo de una pieza largo tiempo sepultada.
Después, cuando ingenua y jubilosamente lo repetimos en presencia de nuestros viejos tuvimos el registro de lo siniestro, la conminación del silencio y el miedo que esa loa provocaba.
Entonces la dictadura inventó un mundial de fútbol y propuso vivar a Kempes,( “el fútbol es la continuación de la guerra por otros medios”, talvez diría Clausewitz).
Más tarde hubo guerra en serio y: “a vivar a nuestros muchachos” que morían en medio de la inquina de sus oficiales.
A todo esto los pibes de la placita siguen sin saber por quien hinchar.
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