EL JUEGO 26
Llegó a la caseta de vigilancia, y le pidió al guardia que le abriera la reja, el guardia le dijo que no podía abrirle.
- El señor me acaba de llamar y me ha ordenado que no lo deje salir.
- Caray jamás imagine que me encerrarían por haberme ayudada, vaya sorpresa
En un carrito de golf llegó el protector y se bajo de el, su chofer que había servido de nana en los últimos días para el chico, era el conductor el pequeño auto. Trabajosamente y aun tropezándose por la borrachera ininterrumpida de días, el tipo se dirigió al muchacho.
- Discúlpame muchacho, no tengo pendón lo se, pero cuando bebo se me mete lo idiota en la cabeza, de por si no soy muy brillante pero el alcohol me obnubila el poco buen juicio que poseo, te ruego encarecidamente que regreses, no me gustaría que nuestra amistad terminara de esa forma, créeme que de corazón quiero ayudarte, si después de escucharme más tarde que se me haya pasado el efecto del alcohol decides irte, lo respetare, pero permíteme por lo menos hablarte lucido como lo he hecho siempre, regresa y charlemos más tarde ¿si?, vamos por los buenos momentos, hazme ese gran favor.
Lo abrazó y besó su mejilla, el chico crédulo, agobiado por el sentimiento de gratitud accedió.
Ese día, con una multitud de sentimientos dentro de si, deambuló por toda la propiedad, exploró los grandes jardines, la mansión completa, se paseo por los alrededores de la alberca, el huerto de árboles frutales, un nogal enorme que tenia tapizado el jardín con nueces maduras, algunos limones, naranjos, toronja, limas, granadas, y algunos frutos que jamás había visto, por la tarde regresó al comedor esperando charlar con su protector y de una vez deshacerse el nudo emocional que tenia respecto a él.
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