Hay un instante breve en que el Calvario viste de azul y púrpura sus luces y frente a Cali el Cerro de Las Cruces parece un trono vasto y solitario. El albo remalazo de un sudario como blancos pañuelos andaluces se desprende de un nimbus, Rosacruces intuirían que es un rito milenario. Nadie contempla el símbolo ominoso y al ocultarse el sol, un misterioso drama se desarrolla en el poniente. Se cubre cada cruz, una por una, del rojo carmesí con que la luna pinta en ellas la sangre del doliente.
Texto agregado el 22-08-2008, y leído por 253 visitantes. (1 voto)