Aun sigues ahí, tan poca decencia te queda. Si, yo sabía que eras desvergonzada pero no pensé que fuera tanto tu descaro. Yo llegué a presentir que un hecho como éste nos pondría frente a frente, aunque hace un momento no te esperaba. Aunque se que algunas de mis acciones fueron tremendamente malas, no me arrepiento de ninguna de ellas. ¿Porqué? Porque las viví en cada instante de acuerdo a mis deseos y sensaciones, solo por eso no guardo ningún remordimiento. No, no creas que es puro facilismo ni mucho menos heroísmo, solo se que mi conciencia duerme un placido sueño alimentado por mi sentido del deber realizado. No, jamás violentaría mis principios es la única manera de sentirme seguro de no tropezar. ¿Amigos? Te aseguro que jamás conocí una palabra más relativa, aunque amor tal vez pueda competir con ella. ¿Vacío? Por quien me tomas por un tonto, si en algún momento lo debí sentir fue cuando me deje engañar pero descubrí que los engaños no existen, solo nos los inventamos, somos nosotros los que los fabricamos desesperados por poder confiar en algo que no llega, que huye de nosotros como los enamorados de la felicidad. Ahora soy yo el que pregunta ¿porqué dudas y no haces lo que viniste a hacer? O es que acaso has descubierto que tú no realizas lo que sientes y que eres una esclava, a la cual sus cadenas le han parecido muy cómodas hasta que ha visto como se puede vivir sin ellas. Tal vez deberíamos cambiar de identidades creo que yo disfrutaría llevándome a los elegidos para morir como hoy me toca a mí.