sorprendida ante la pertinaz agudeza,
que entre brios
me arroja desde el pasado,
ahi se viene el diluvio,
que desde cualquier acera me acecha,
como una colosal estatua de piedra
que en un segundo sin paz,
me condena y me arrebata,
por eso diambular se torna peligroso,
pues cualquier excusa te trae hacia mi,
el verde musgo se expande y la tapia es mas pesada,
voy cayendo sin precipicio,
cayendo...
...hasta que por un azar
que no intento entender,
tu mano de marmol se extiende
y mi boca a la cual no controlo
derrama una lagrima de ceniza,
entonces aun estas?,
pero no se donde,
aunque la noche se regala cual respuesta de acertijos,
dame esa mano...
y al fin, vamos,
que en el centro de esta lluvia
de hojas,
casi todo es posible,
incluso levantarte desde las profundidades del mar
y jugar con caracoles en el remolino que crea esta ciudad de cemento.
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