abría los ojos y ya, las cuatro am. tenía que levantarme y salir rumbo al trabajo. antes de vestirme, hacía ejercicios, luego, me daba un duchazo, vestía y enfrentaba la reloj y al espejo. sonreía, aún tenía fuerzas y la vida latía dentro de mí y de mi alma. bajaba de mi cuarto y salía a la calle, oscura aún, descubría el auto y partía rumbo al trabajo. las calles mojadas y sus luces hacían sentirme dentro de una fiesta de disfraces, un circo de misterio. en mi transitar por las calles la gente escaseaba, los autos también, tan solo una que otra ventana iluminada y uno que otro negocio abierto. me gustaba verle así a la calle, sin nada, desnuda y llena de misterios aún sin descubrirse. llegaba a mi centro laboral y esperaba a que llegaran los empleados. miraba el reloj y aún faltaban minutos. bajaba del auto y abría el negocio. la gente empezaba a llegar y las luces del alborear descubrían los misterios de la vida... aún tenía esperanzas, podía conocer mi destino, mi sentido, mi vida toda... saludaba a cada empleado y empezaba a laborar y mientras lo hacía, respiraba y respiraba, largo y sentido hasta que todo el misterio se hacía realidad, vivía y sentía la dicha de cada aliento... sí, eso sentía y la vida era una rosa empezando a exhalar belleza...
san isidro, agosto de 2008
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