a) prohibido
Prohibido fumar.
Prohibido hablar con el conductor.
Prohibido sacar las manos con el vehículo en movimiento.
Prohibido ser, estar, subir, bajar, cantar, reír, llorar, jugar, pisar el césped, tocar el vidrio, sonar la bocina, virar a la izquierda, la derecha…
¿Qué hago?
b) amanecer nublado
Estoy triste porque la ciudad está nublada, aunque a veces creo que la ciudad está nublada porque estoy triste. Entonces subo el cerro corriendo y, jadeando, miro hacia el valle y veo que las nubes están bajo mis pies, y no son nubes, es contaminación. Entonces veo que la ciudad está contaminada ¿O soy yo quién está contaminado?
c) el gusano amarillo
El gusano amarillo salió muy temprano, como siempre, reptando entre los arroyos grises. Ahí estaba yo, a la orilla del arroyo, esperando con ansias la hora de mi sacrificio al gran gusano amarillo. Entonces lo vi, con su panza llena y sus ojos empañados, con su rugido enfermante, con su aroma nauseabundo. Y se detuvo frente a mí y abrió su boca negra. Entonces miré su costado y vi los signos que tanto terror me daban.
Entonces respiré tranquilo, aquel microbús no me servía.
d) Duda
Siempre fui tímido y de pocas palabras, incluso ese día frente a ella y sabiendo que esperaba mi respuesta no sabía que decir. Tenía tantas opciones que simplemente se atropellaban en mi cabeza y ninguna parecía lo suficientemente exacta. Opté por lo más simple, incliné la cabeza y levanté el brazo indicando con mi dedo la dirección correcta. Ella me miraba fijamente, angustiada, preocupada, casi triste. Estaba perdida, una chica nueva en una ciudad vieja, preguntando por una calle a un tipo viejo en una ciudad cada vez más nueva. La vi alejarse aún más confundida que cuando me preguntó.
e) Mirada
La señora me observaba fijamente. Una mirada mezcla de demasiadas sensaciones; asombro, ira, pena. Pensé que quizás era mi cabello despeinado, o mi corbata fuera de lugar. Pensé que podía ser la mancha de mostaza en la solapa de mi terno o que había notado la falta de un botón en mi manga. Bajé la mirada avergonzado, no había tenido un buen día y sentía hambre pero su mirada era demasiado poderosa. Entonces seguí sus ojos hasta mis manos y descubrí el motivo de su extrañeza; en mi mano sostenía un billete de diez mil pesos para pagarle dos sopaipillas.
f) Fuga
El suave susurro del cálido y salino viento que me rodeaba me hizo por un momento olvidar que estaba perdido y confundido. Miré en la lejanía el esquivo horizonte y susurré una canción cuya letra no recordaba. Moví la cabeza buscando un alma humana en ese misterioso lugar y me vi demasiado solo. Entonces una poderosa mano aferró mi hombro sacudiéndolo con fuerza. Me giré y el susurro desapareció así como el paisaje se volvió nada. Ya no estaba de pie frente a una playa, estaba sentado en el fondo de un micro y de nuevo me había quedado dormido.
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