Como un niño ante una atracción infantil de feria me acerco a ti. Ilusionado, deseoso, expectante, nervioso………. maravillado.

Te abrazo como si fueses la última roca del acantilado. El mismo vértigo me recorre de arriba abajo. Siento una mezcla extraña y agradable de escalofríos y calor cuando el olor de tu perfume inunda todo mi mundo. Porque en ese momento mi mundo eres tú. Comienza y termina en ti, tu piel es su única frontera.

Te beso, y el calor de tus labios enciende fuego en mí. Desearía arder eternamente en ese infierno que me provocas. Acaricio tu espalda, lentamente, como si mis dedos surcasen por primera vez el territorio inexplorado de tu piel, esperando una sorpresa en el siguiente tacto.

Acaricio tu pelo. Trato de atrapar todo tu ser en tu mirada, entrar en lo mas profundo de ti arrastrado por tus ojos. Beso tus hombros con la suavidad con la que besaría una nube para no deshacerla. Deslizo mis manos por tus brazos y mis labios por tus senos, lentamente, como si quisiera hacer un mapa de cada uno de tus poros. Los encumbro y dejo en sus cimas el beso que da constancia de que los escalé con todo mi amor.

Surco el valle de tu vientre, recorriéndolo por completo, beso a beso, sin descanso, sin prisas, sin temor a perderme en el. ¿Qué labios exploradores no se perderían en tan dulce planicie?.

Tumbados sobre las sabanas las yemas de mis dedos hacen de avanzadilla de mis besos y mis sueños recorriendo tus calidos muslos. Me vuelvo a perder en tus ojos.

Paso mis manos entre tu espalda y las sabanas para abrazarte y sentirme parte de ti. Deslizo mi deseo dentro del tuyo, pego mis labios a los tuyos al mismo tiempo. Así, abrazada a mi, besándote y sintiéndome dentro de ti, soy un ser completo. Completo y dichoso.

Se que tu piensas que es sexo del bueno. Yo sigo pensando que es simplemente…..Amor.