Recibió la noticia como un golpe en el pecho;dio tres pasos hacia atrás y se pegó a la pared de la cocina.Con los ojos muy abiertos,tanto como la boca,y el dolor de lo inevitable creciendo desde adentro.
Conoció a Marcos mientras estaba naciendo Iván;era el neonatólogo.Después de un trabajo de parto de varias horas,totalmente agotada,seguía luchando para traer su bebé al mundo;como es usual en esos momentos,todo el mundo daba instrucciones.Carmen los miraba a cada uno,como sin entender, hablaban en chino.Marcos la miró a los ojos,y dijo la frase mágica:"yo se que nadie está sufriendo como vos.Tranquila".
A partir de ese momento,sin saber de donde sacó la fuerza,se olvidó del alrededor y se dedicó a empujar a su hijo al mundo.
Desde ese día sintió que tenía una deuda con él,de esas que no se pueden pagar con dinero.No eran amigos,pero estaban vinculados por la gratitud.
La noticia de la enfermedad terminal de Marcos la consternó;no sólo porque era un hombre bueno, con una hermosa familia,sino también por la impotencia, la certeza de un fin que no podía evitar.
Había leído hace un tiempo un libro sobre control mental, en ese momento le asombró la posibilidad de ayudar a la gente por medio de energía positiva.
Decidió que dentro de lo poco que podía hacer por él,no lo iba a dañar dedicarle unos minutos todos los días a mandarle "buenas ondas". Esperó el momento ideal en que los chicos iban a la escuela,y se acomodó en un sillón al sol.Repitió la misma rutina todas las tardes,durante dos meses.Contaba de cincuenta a cero,se imaginaba sola en un cine gigante,una pantalla en blanco, y después entraba con su imaginación en ese cuerpo al que la enfermedad había hecho estragos,y lo llenaba de salud.
Una tarde no lo logró.Estaba como siempre,en el mismo sillón,sola,pero no pudo relajarse.Después de intentarlo varias veces,decidió dejarlo para después.
Esa noche,dando vueltas en la cama sin poder dormir,decidió cumplir con la sesión postergada,con la idea de aprovechar la relajación para conciliar el sueño.
No necesitó contar como siempre,ni llegó a hacer un esfuerzo para imaginar el cine.En cuanto cerró los ojos advirtió que su mente estaba en otro lado.
La sensación espantosa de un par de manos sosteniéndole los tobillos con fuerza la llenó de pánico;estaba en su cama,con su marido durmiendo al lado,pero algo la inmovilizaba.Intentó en vano abrir los ojos o gritar.Después de luchar contra esa fuerza desconocida,se dejó llevar.En su mente se formó la imagen de una habitación blanca;en el centro había una cama,y sobre ella una luz fluorescente daba un tono azulado a la tez del hombre.Se acercó y vió a Marcos,muy pálido y tapado con una sábana hasta el cuello.
Detrás de ella una voz decía "está muerto".
Comenzó a sentir un miedo profundo,un angustia que no había experimentado nunca;comprendió que estaba sufriendo lo que él sufría.La cara de Marcos se formó frente a la suya,una imagen como el negativo de una foto.La miró a los ojos suplicando ayuda,sintió que la aferraba con los brazos para no irse.Carmen dijo sólo una frase:"yo se que nadie está sufriendo como vos.Tranquilo".
Abrió los ojos y se encontró en su cama,bañada en sudor."Qué sueño de mierda", dijo.
Al otro día leyó en el diario la noticia de su muerte.
Marcos no pudo soportar el dolor de su familia y decidió apurar al destino.
La mente es poderosa, este cuento tal vez no sea un cuento,queda en cada uno creer que pasó.
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