Nancy repasaba el mantel de plástico con la parsimonia del que tiene la mente en otra cosa;una y otra vez pasaba el trapo mojado sobre el mismo rincón.El aburrimiento era parte de su vida,llenaba cada momento,hasta en sus sueños la monotonía ganaba.
Se sentó a leer la revista que acompaña el diario del domingo;como tantas otras veces,comenzó por el final.La página de los
chistes,decoración,horóscopo, recetas de cocina que recortaba y no preparaba nunca.Una nota interesante sobre lo creativos que resultaban a veces los dibujos que se hacen mientras se hablaba por teléfono...esos garabatos que en algunos casos no tienen sentido.Se levantó a mirar la agenda telefónica al lado del aparato.Había dibujado una y otra vez,con tinta azul, un árbol raquítico.No era muy artístico...el pobre árbol tenía las raíces afuera y las ramas peladas...
Desde que tenía memoria dibujaba lo mismo;en algunas épocas,el árbol tenía hojas.Por insistencia de una amiga que se sicoanalizaba,le agregó flores (aunque ella pensaba que estaban fuera de lugar).
Sintió la necesidad de hacer con ese dibujo algo más elaborado, y sacó del dormitorio de su hija los óleos y pinceles que utilizaba en su curso de dibujo.
Trazó unas pocas líneas inseguras sobre la tela,segura de que la estaba arruinando;mientras dibujaba se lamentaba mentalmente de lo que le iba a costar reponerla.
El resultado fué el mismo paisaje desabrido de la agenda telefónica,pero un poco más artístico;el cambio de la lapicera al óleo era determinante.
Sintió una pequeña satisfacción con su obra,pero no tanta como para mostrarla;la escondió detrás de un armario,decidida a darle unas pinceladas más al otro día.
Poco a poco fue añadiendo colores;al principio un cielo celeste,después unas nubes.Un buen día se sintió extraña y pintó el cielo color naranja y el pasto azul.
"como los chicos,se dijo".Nada era como en la realidad, flores verdes con tallos amarillos,unos ojos grandes en el tronco del árbol,las ramas extendidas con dedos en la punta.El paisaje de Nancy era tan extraño como un cuadro de Dalí.
Cuando ya no tuvo más espacio para pintar,y la tela estaba empastada de tanta capa sobre capa,decidió tirar su ópera prima a la basura y comprar otra tela donde descargar su ímpetu artístico.
Pero volvía de nuevo al árbol, una y otra vez.
Intentaba con una montaña y un lago,y por ahí,en un rinconcito,aparecía con su tronco con ojos.
Lo borraba plantando otra montaña encima,y debajo del óleo la figura se perfilaba como un fantasma.
Tres meses estuvo sin dibujar,intentando retomar el curso de su sano aburrimiento sin obsesiones.
Un domingo como tantos,mientras limpiaba el mantel, decidió pegarle una mirada a sus telas.Ni rastro del árbol.Había desaparecido vencido por los colores oscuros .Se sintió aliviada.No es de persona sana insistir tanto con algo.
Esa noche,como siempre antes de dormir,revisó las cerraduras de las puertas,y corrió las cortinas de las ventanas.Se asomó a mirar el patio de la casa,vieja costumbre,en el intento de descubrir un hipotético ladrón.El corazón se le detuvo en el pecho cuando descubrió,en el viejo naranjo del fondo,un par de grandes ojos brillantes sobre el tronco azul.