Siempre he pensado que el acto de escribir tiene mucho de inconsciente, en el sentido de que a veces, sobre todo cuando dejamos volar la imaginación y no se trata de algo planificado de antemano, aparecen algunos símbolos que pudieran ser "heredados", es decir, totalmente ajenos a nuestro conocimiento objetivo, lo que algunos entendidos denominan, como Jung, herencia de la Humanidad desde tiempos inmemoriales.
Digo esto, porque hace bastante tiempo escribí un texto, que para mí es importante, porque lo escribí en una época de bastante revolución interior. Y por casualidad, leyendo un libro de Marie-Louise Von Franz (Sobre los sueños y la muerte), me encuentro con simbolos que yo manejé de manera aleatoria, especialmente el de una piedra, bastante especial, por definirla de alguna manera.
Lo que trato de exponer, y es sólo una opinión, es que escribir tiene, además de un sentido artístico, mucho de terapéutico, de simbología y hasta de transformación personal.
página 164, del mencionado libro, fragmento:
"En la religión de los antiguos egipcios, la piedra ya es un símbolo significativo (...) en el santuario del templo de Heliópolis (On) se había conservado una piedra divina misteriosa, que denominaban "Benben". El nombre tiene relación con wbn="salir, iluminar", referente especialmente al sol o a las estrellas. El nombre del pájaro-bnw, el fénix, está formado con la misma raíz. Ambos, el pájro bnw y la piedra Benben eran la forma de manifestación del dios supremo Atum, y la piedra era también la imagen de la colina primitiva que surgió de las aguas y cuyo significado era el inicio del mundo..."
isa
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