"Amar en estos tiempos es como decir una horrible palabra a voz suelta. Ya no se ama con todas sus consecuencias, ya no existe esa "necesidad" por así decirlo de no separarse de alguien. Hoy en día, cualquier cosa es reemplazada por otra; un amor, un amigo, un padre, una madre...Porque todo se vuelve material. Las cosas vienen y van y yo no me he acostumbrado aún a ello. Yo no estoy echa para esta época de oportunidades fallidas y besos falsos, mi cabeza no quiere más dicotomías, ni más luchas contra el otro ser que siempre se esconde. Las mentiras a nosotros mismos son las que más duelen, el dejar de sentir, o el olvidarse de como se quiere, o de como se puede querer. Es lo mismo que olvidarse de respirar, ¿no? El ser humano está hecho para respirar, para disfrutar, para gozar... El ser humano se va a guiar siempre por sus instintos o por el falso amor ciego, o por la fe que se esconde tras millones de euros en templos y crucifijos. El ser humano es golfo, soberbio, orgulloso, lujurioso, perezoso, inteligente a mas no poder, aprovechable... Se guía por el sabor de las cosas que ya ha probado y no por las que tienen que llegar.
En estos tiempos ya no existen los matrimonios de película, o las parejas de antaño que morían amándose. No existen lazos de sangre ni de mente que una a una persona que es libre con otra, no existe persona ni ley capaz de limitar una tan alta responsabilidad como la libertad del hombre. ¿No es na creación perfecta? Entonces, ¿por qué elegimos pecar? Porque nos gusta, porque nos excita lo prohibido, porque deseo y prohibición son palabras ambiguamente desiguales que coinciden cuando una de las dos se presenta ante la otra.
Ya no hace falta pensar, ni querer, ni cuidar de las personas, porque se van a ir, porque no merece la pena retener nada en tu mente, porque todo se va.
No merece la pena poner la mano en el fuego por nadie, porque nadie se quemará por ti, y si alguien tiene pretensión de curarte esas heridas, igualmente no habrá querido evitar semejante atrocidad...
No merece la pena, no merece la pena gritar, ni colapsar cada eritrocito de tu cuerpo ni crispar cada fibra muscular, no vale, no vale de nada.
¿Que el corazón late rápido? Qué importa, sea lo que sea se irá, perecerá y se sepultará como se sepulta todo.
Yo, hoy, envidio esa capacidad de las personas de poder olvidar, y de no acordarse de dónde sepultaron los sentimientos.
A mí, también me gustaría no saberlo.
El problema es que nadie me ha enseñado a sepultar, a olvidar, a perecer, y a no colapsar.
Por eso cada noche colapso pensando que yo algún día, también pereceré sin haber dejado marca suficiente en ningún corazon existente..." |