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Era un sabado de feriado largo, el estomago ardía en una resaca de viernes de porro, fernet y películas. Una semana de platos sin lavar hacían de la cocina una jungla impenetrable, un animal planet, de cajas de pizzas llenas de cucarachas, colillas y chapitas.
Hoy me levanté con los pelos de punta, en mi meterologia personal es señal de tormentas, es como si el pelo presientiera el peligro antes que el cerebro. Conseguí llegar hasta la heladera y encontré un yogurt, tengo que terminar el cuento este fin de semana, me propuse mientras terminaba de ultimar el yogurt a cucharadazos.
Hay días que uno se sienta a escribir, y atrás de las palabras viajan las dudas. Los dias que tengo los pelos revueltos no son esos días, hay otra electricidad en el ambiente, los dedos quieren tamborillear sobre el teclado y desvirgar páginas para dejarlas consteladas a tachones y flúo. El hombre de la pandereta de Dylan suena en la computadora y pasó anoche a dejarme una canción. Enciendo la Pc, bien provisto de cigarrillos y ceniceros a medio llenar, cuando suena el timbre. Decido no atender, pero el hijo de mil putas del timbre vuelve a insitir tres o cuatro veces. Atendí indignado, si hubiera sido un mormón creo que hubiera sido capaz de homicidio. ¿El señor Ramiro García?, me responde una voz femenina y fresca. Sí, ¿Que queres? Podrías abrirme un segundo que tengo que explicarte algo. No fue un pedido fue una orden, me vestí y bajé a abrirle. En la puerta del edificio una chica deliciosa me sonreía. No voy a comprar nada flaca, celular tengo obra social también y no quiero nada, repetí fingiendo una seguridad que había perdido en el mismo instante que la vi mirarme.
- No vengo a venderte nada, vengo de Grecia, soy una musa, por favor abrime estoy muy cansada por el viaje. Tren de Tesalónica a Atenas, dieciocho horas de vuelo, con tres horas de escala en Madrid y el Tienda León a Rosario, viaje digno de un mortal, me dice mientras mete un valija con rueditas en el palier.
Entro al ascensor con ella. Imposibilitado de oponerme a su magnetismo que me lleva ligeramente contra mi voluntad. Sigo su cuerpo imantado y cierro la puerta del ascensor.
Me llamo Afreanda Zaisztrom, vengo del monte olimpo a servirlo y me da un beso en cada mejilla. Estuve leyendo tus cuentos en el avión, sinceramente no se por que me asignaron a vos, pero bueno aca estoy. Tiene ojos color negro y una su sonrisa blanca y brillante. Su mirada me impedía decir que no a nada. Su cuerpo y su rostro perfectos, su andar tiene cierta elegante solemnidad, que se derrite cuando sonríe con gracia y picardía de pendeja de barrio. De pendeja que sabe que tiene el mejor culo de la cuadra.
Entra al departamento y mira la cocina con asco. Me guiña un ojo y aparecen dos bolsas de basura en sus manos. La cocina esta reluciente. Sacalas al contenedor, lo haría yo pero no quiero que los vecinos vean dos bolsas volando por el palier y se ríe. En el ascensor me vuelven a asaltar las dudas. Tengo una desconocida metida en mi departamento y encima le estoy obedeciendo. Una loca que hace cosas como lo de las bolsas, pero no puede ser, esas cosas no pasan.
Esa es la razón para escribirlo flaquito, por que esas cosas no pasan. Me disparó ni bien abrí la puerta del departamento. Haceme un té coca de esos que trajiste de Perú, que estoy muy cansada y el martes tengo que irme a Montevideo, me ordena mientras revisa los libros de mi biblioteca. Parezco los Rolling Stones de gira latinoamericana.
Los Rolling Stones no tocaron nunca en Rosario, ni en Montevideo, le respondo y le sirvo su té. Ella estalla en una carcajada, al reírse es irresistiblemente encantadora, y vos que pretendes, que venga Afrodita o Medea, vamos ratita de taller ponete a escribir que se nos hace tarde. Solo tenemos tres días. ¿Escribir de qué?, pienso, ¿Vos sos una musa, no se supone que deberías inspirarme? Ella enciende un cigarrillo con un movimiento gracioso, camina mirando el departamento, hurga entre mis discos y en la biblioteca. La inspiración es transpiración y yo no me mezclo con tus fluiditos pibe, podría vomitar mármol de solo pensarlo, los hombres se creen todos tan irresistibles, no digas nada, estoy acostumbrada, pero yo solo cojo de semidioses para arriba, no te hagas ilusiones conmigo, yo vengo a incrementar tu productividad, nada más.
Me toma de la mano y me sienta frente a la PC. Tenemos un cuento y hay que terminarlo, yo vengo a inspirarte un fin de semana, no me mires con esa carita de perrito en celo, se que sos un hombre con tus necesidades, pero a nosostras se nos prohíbe tener contacto carnal con los inspirados. Es una conquista social que nos ha costado siglos conseguir.
Me siento. Otra cosa pibe, yo no te leo el pensamiento ni vos podes leer el mío, lo de recién es nada más que una pequeña demostración de que estas trabajando con una profesional, todos piensan igual y en el mismo orden ni bien me les presento. Soy como el diablo, lo que se lo sé por vieja. Quizás seas su hija. Me mira y sonríe, quizás, quizás podrias escribir eso. A cada uno lo inspiro distinto, pero algunos aprovechan bien su tiempo, como este Tolkien, y me arroja sobre la mesa el Señor de los Anillos, era un chico super trabajador, muy simpático. Me dijo lo mismo que vos, vos sos la hija del diablo, pero era un verdadero escritor, sabía apreciar el trabajo de las musas. Otros se quedan alelados tres días y terminan inventándose excusas para no creerme ni creerse. Para explicártelo en pocas palabras que puedas entender, yo soy una musa y un escritor es un secretario, o un mayordomo, de su musa. Me voy a dar una ducha, vos quedate escribiendo y quiero un cuento para cuando salga del baño.
Al escuchar el agua no pude evitar el deseo de mirarla desnuda. Abrí un poco la puerta y ella me invito a pasar. Hay un lápiz, y un papel en mi valija, dibujame así por lo menos me aseguro que tengas las manos ocupadas. Yo no se dibujar le respondí tímidamente, puedo fotografiarte, pero se negó respondiendo que las musas refractan la luz. Dibujame, hace el intento, yo soy una musa.
Mientras se secaba el pelo miró por encima del hombro mi dibujo, me gustaría alentarte de algún modo pero mejor anda a escribir, para dibujar sos de madera flaco. Se secó el pelo y se peinó unos minutos mientras yo la admiraba en silencio.
Ahora me voy a echar una siestita, esto del jet-lag es agotador, podes mirarme dormir, el sueño de las musas es muy estimulante para los escritores. Eso sí, y quiero que te quede bien clarito, esta prohibido acostarse conmigo, anda hacerte un café que la noche va a ser larga. Mañana vas a creer en mí y vas a poder vivir sin verme, pero no vivir sin contarme. Mañana vas entender que uno solo cree en las cosas que cuenta, por que es la única forma de que algún día sucedan

Texto agregado el 18-08-2008, y leído por 209 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
18-08-2008 Disculpá pero, lejos, lo mejor sobre musas lo escribió en esta página petzenko "Y las musas no aparecen" ElnegroHinojo
18-08-2008 Genial! me encantó la última frase porque pienso casi lo mismo. divinaluna
 
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