PALIDA BRASA



En el silencio de una tarde indigna
él va goteando su furia,
aun lleva en su piel
la perfumada esencia
de una sensualidad de seda
y viaja diariamente al pasado,
vagando por una habitación
en donde su alma aun reposa.

-Desnudez mojada y bendita-

Ya nada importa demasiado,
él va saltando baldosas,
preso de si mismo,
rehén de su propio infortunio
y es en las tardes quietas,
cuando puede oír un corazón
rompiéndose en la distancia
y su lengua anhela
aquel pecho blanco y puro
que crecía dentro de su boca.

-Toda sombra es veloz –

Y los rostros inmóviles
lo apuñalan en la ausencia,
porque aun en su inmovilidad
ella danzaba sobre él,
lo conducía suavemente
por un pasadizo secreto
en donde poco a poco
la suavidad daba paso a la pasión
y entrelazados se bebían,
se masticaban hasta que la carne
lastimada y ardiente,
no era mas que una fisura
reclamando caricias.

-Destellos vigentes de una pálida brasa-

El va goteando su furia,
estirando su mano;
no tiene voz
y tal vez ningún deseo…