Una vez, y dejas que todo fluya como viene.
Dos veces, y no te parece tan normal la repetición.
Varias veces, intercaladas. A veces no son tan periodicas sino más bien aleatorias. Es como la danza, en donde todo se mueve de forma que el cuerpo se adapte a un ritmo y exprese lo que la música dice. Los movimientos no siempre son coherentes, y tampoco siempre son bonitos. A veces, el movimiento se hace fuerte, y te marea.
Siempre tengo que dejar que suceda esto para convencerme de que la voluntad propia es una mentira. Los que rebeldemente actúan contra la influencia de otras voluntades sobre la suya propia, son valientes pero no siempre lo logran. Los cobardes, yo y algunos amigos, tenemos la valentía hecha una teoría no aplicada. Una hipótesis dejada en un anaquel bastante amplio, solitaria.
Esta mañana la música quiere decirme algo. Yo misma quisiera creer que puedo entender lo que escucho, y que el mensaje oculto lo interpreto correctamente.
Y no, no es cierto. Nada encaja. Todo está con variables no medibles que hacen que nada sea medible, e inclusive, que todo se vuelva irreal. Muchos se mienten creyendo que existe una verdad, un mundo totalmente tangible. Se mienten porque le temen a eso intagible, a lo que desconocen y se escudan diciendo que es algo malo, que no existe, que es incoherente.
Y aunque la incoherencia sea lo que ahora varias veces rige este estado... donde quisiera dejar de sentirme devorada por dentro, nada sucede para detener esta escena.
Una vez, y dejas que sucedan las cosas porque no conoces como deben ser, y además porque no planeas nada. Dejas que el amor o lo que crees que es te invada y te oriente. Y si no es amor, por lo menos la atracción y el deseo. Dejas que todo pase. Conoces. Y conocer, a veces no es la mejor opción para vivir en paz.
Dos veces, y te preguntas hacia dónde vas. Dejar fluir no siempre es bueno. Pasar de brazos de una persona a los de otra, dejar que los besos extraños o diferentes te hagan comparar una escena con la otra no es lo que tenías en mente. Tenías anhelos de estar constante, de no trastear con tu experiencia (o inexperiencia) a todas partes. Menos las partes de otra persona que a veces no llegas a conocer del todo. Hay varias excusas. Hay varias formas de creerse fuerte.
Varias veces, y te cuestionas constantemente. No te detienes porque estás en la búsqueda y porque es lo único que tienes como idea "real". Varias veces, y reincides en algunas personas, cayendo en lugares comunes temporales donde el placer es algo aliviante. No le creo ahora a nadie que diga que no es así, y tampoco le creo a quien todo lo resuelve diciendo que lo que hacemos está mal hecho.
Hay veces, de esas varias, que te detienes a soñar. A forzar. A retener la dicha y mantener la ilusión. De todas las veces, sabes que jamás se te asegurarán finales felices. Que todo es cuestión de suerte, y la suerte puede llegar a ser justa. De todas esas... llegas a la que muerdes los labios de esa persona, le pasas los dedos por el cuello y el cabello y sabes que todo tiene un final. Y piensas... que por no dejar pasar la oportunidad, debes continuar. En esas ocasiones no dejas de llevar prejuicios y predisposiciones con esa persona. Y en el fondo... te preparas para cuando dejes de tener esos prejuicios y cedas. Debes tener ese plan alternativo, para escapar antes de que todo eso te coma completa por dentro, literalmente.
---
Esta obra es publicada bajo una licencia Creative Commons. |