Quisiera estar dentro de ti mil veces en el día,
romperte las entrañas no tan solo con mi cuerpo,
sino también con mis sentimientos.
Con mi espada combatir tus distancias,
y trazar un pétreo puente entre tu alma y mi alma.
Contarte secretos jadeantes al oído,
y el mundo que construyo con cada uno de tus gemidos.
Tañer en tu espalda una sinfonía de besos,
dibujar un Miró con mi lengua en tu pecho,
mientras construyo una hamaca con tu cabellera,
donde se tenderán mis brazos después de tanta magnificencia.
Es que como “El” poeta, quisiera permanecer en ti,
dejar que mi piel se impregne en los surcos de tu cuerpo,
que me sientas,
con tal pretexto,
que me sientas,
que me odies por un segundo,
que me sientas,
que me desees por un minuto,
que me sientas,
que me quieras por una hora,
que me sientas,
que me olvides por un año,
que me sientas,
que me ames por la eternidad.
Porque mi ego te adora sin razón alguna,
y yo lo espanto para tan solo quererte,
porque sólo tu pecho a mi corazón le basta,
es su hogar, es su fuerte.
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