PARA LOS DOS


Configuremos un mundo
para los dos solitos, una
breve esfera de infinitos planos,
de paralelos ramificados y
meridianos como cuerdas de guitarra,
con geografía de ánimo variable y permiso
para salirse del lugar, por si ocurre
que las olas no se conforman
con el mar o la Antártida
quiera irse de viaje.
Seamos en él a un tiempo
Dios, el jardín y la serpiente,
y esos dos seres naturales que
lo recorren tentándose con
esto y aquello.
Sí, ya sé:
quizá lo nuestro no resulte y quede
este planeta huérfano, colgado
de órbitas que se alejan siempre
hacia inviernos peores cada vez;
pero, ahora,
dejame imaginar a este mundito
encontrando un sistema que lo quiere y
le permite quedarse,
pasear
cerca del sol.


A Irupé
Corrientes, 14 de agosto de 2008