Me he cansado de tantas cosas que, al parecer, nunca han querido pertenecerme por completo; tampoco se han adueñado de mí, porque a pesar de todo, soy libre.
Me he enfermado de anocheceres disfrazados de sinceridad. He desechado el cansancio de orgullos enfermos y camisas de once varas. Creí en las promesas de los don nadie, pero, como era de esperar, la esperanza falló y los don nadie optaron por no convertirse en alguien.
Quizá algunos piensen que soy maquiavélico, pero la realidad es algo peor. Me han coaccionado a vivir, y he actuado como señuelo, intentando engañarme para escapar de mis duelos y de mis "te amo", que son sicarios del resentimiento y la cordura de su rabia suicida.
Sé que ha sido demasiado, pero la sal de las lágrimas servirá para no vivir de manera simplista. Sé que ya no quedan otras memorias débiles; las ambigüedades se despojarán de su turbio amor y tendrán que irse tan lejos como yo, en rumbos separados, deshaciéndose en el calor. Mientras, me sumergiré en el invierno de un estado anímico conflictivo, impulsado por causas que lo impresionan sin motivo.
Aún me quedan ganas,
sobran ánimos,
el sacrificio persiste.
Puedo,
debo,
sé,
no,
¿Hyde?
|