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La tenue brisa llegaba con aromas naturales.
Los pequeños promontorios de macizos se perdían en el horizonte, confundiéndose con la oscuridad de los nubarrones aserrados y daban una imagen fantasmal a, el ya, desahuciado día.
Sentado a babuchas del barandal de la cabaña, meditabundo y sumergido en pensamientos para nada profundos, dejaba pasar los tiempos que quedaban hasta el inevitable fallecimiento diario y el eterno natalicio estelar.
El molesto timbre del celular, destroza las importantes conclusiones que a duras penas lograba sacar sobre la levedad del ser, la curvatura del espacio-tiempo y la cantidad de minutos necesarios para cocer un huevo poché.
¿Quién osaría detener la trascendencia de tamaños pensamientos?...era lo que mascullaba entre dientes, mientras me recuperaba del porrazo que torpe recibí al perder el equilibrio y caer de la baranda; y me dirigía a atender.
Una voz ronca contesta a la inquisición de mí__ “¿quieeeeén eeeees???”, con una no menos inquisidora respuesta:
__ “ ¡soy yo, pedazo de alcornoque!, la única persona en este mundo que sabe de tu existencia desde hace 20 años!!”, y hurgando en mi memoria con un supremo esfuerzo, relaciono la voz con el que creo es un hermano. El único que tuve y tengo, a decir verdad.
Sin protocolos, ni salutaciones previas, me informa que el motivo de su llamado es hacerme saber que en sus manos tiene a mi disposición una rara carta, sin remitentes, ni sellos, que sirvan para identificar al emisor y con mi nombre como destinatario.
__“¿¿La quieres, o le doy un uso más práctico???, como usarla para emparejar la pata de alguna mesa poniéndola debajo, ¡por ejemplo!!!”__, me pregunta haciendo gala de una forma muy mediocre de sarcasmo.
__ ¡Si podes vencer la artrosis mental que te aqueja, podrías hacer el bien de acercarla!!!__, le contesto en una respuesta no más elaborada que su pregunta.
__ ¡En cuanto aprenda a volar el helicóptero que jamás voy a comprarme, la llevo…, salvo que entrene presto una paloma para mensajería…, eremita desaprensivo!!!__, retruca, llevando ya el coloquio a un nivel solo digno de dos neonatos.
Debería haberle dicho que lo destruyera, y de hecho, se lo habría ordenado si el remitente hubiese estado a la vista. Fuese quien fuese.
Es verdad, hace ya más de veinte años, opte en libre albedrio, por retirarme de la sociedad, ya cansado de la tontería extrema, la frivolidad, el avasallamiento que la sociedad de consumo genera sobre las libertades individuales, y el precio de las verduras, que cosecho en mi quinta más frescas, económicas y sin conservantes, ni pesticidas. ¡He dicho, que carajo!!!
Pero, bueno…, finalmente primó la curiosidad, y maldita sea.
__ ¡Bueno, envíala por favor, junto a la próxima encomienda que despaches, si no te hernias, por supuesto!!!
__ ¡Listo!!, ¡en cuanto termine de armar la bomba caza bobos que explorará cuando abras el paquete, la envío!!
Despido entonces a mi hermano, haciéndole acordar la callejera y nocturna profesión de nuestra madre, como también los genitales de una hermana que jamás tuvimos pero siempre traemos a colación.
Da gusto ver el buen trato que nos dispensamos. Un dechado de buenos modales adquiridos en la “High School “ suburbana, de la más alta calaña. Igual, no reniego de ello, sino todo lo contrario, agradezco. Agradezco el haber sido criado en ambos lados del espectro social. Sirvió para aprender. Para entender cómo se digitan y adoctrinan subterráneamente a las clases. Como se las enfrenta, inculcando subliminalmente las grandes diferencias culturales y de necesidad.
La curiosidad transformada en impaciencia, no dura demasiado. La importancia de los devaneos que deje incompletos, centran nuevamente en ellos mis atenciones más urgentes.
Elegí una buena vida. Soy orgulloso de ello.
Estoy en el sitio que siempre quise estar, viviendo de la forma que siempre anhelé, y estando lo más cercano posible a la felicidad.
Y hablo de felicidad, no de diversión. Cosa que las gentes en los avances de los tiempos, y las ventas de las imágenes que venden los medios de comunicación, cada vez más confunden.
La felicidad como un estado de sublimación. La mescla heterogénea de vivencias, de conflictos y, el estar bien con uno mismo y sus acciones. La felicidad, como un conjunto complejo de venturas y desventuras, que dan la resultante de ganancias en experiencias. Cosas buenas, cosas no tan buenas, pero la vida bien vivida, en definitiva.
Bien vivida, es mucho más que solo ser. Que solo existir.
Es pasar por la vida siendo uno mismo, aun a costa de soledades. Aun desde los fracasos, porque desde el fracaso se aprendió que es el miedo, el temer ser uno mismo, el único y verdadero fracaso.
Cuando levanto la vista al poniente y veo las cumbres irregulares y de puntas blanquecinas, sé que soy feliz. Cuando no siento arrepentimientos, y entiendo que no deje deudas en mi paso, soy feliz.
Cuando en los recuerdos aparecen las caras de los queridos, que ya no están, pero si dentro de mí, soy feliz.
Soy feliz desde el día que no quise dejarme convencer que la diversión es el todo. Que el tener cosas materiales en cantidad, es divertido. Que mirar para otro lado a los males de la humanidad, negar todo escondiéndome tras el pasatismo y los vicios, es ser “divertido”. Es necesario para ser feliz.
Me negué a ser un “boludo alegre”, amante de las tetas y culos, y no de las personas. De convertir objetos en cultos.
Personajes livianos desde micrófonos, luces y parlantes, en ideólogos generacionales de las formas del ser.
A que se tilde de valiente a quienes se escudan en los poderes o las enfermedades.
A que la neo transgresión sea transar.
A dejar que me vendan sus espejitos de colores a cambio de la integridad de mi alma. A cambio de mi humanidad.
Nunca estuve de acuerdo que nadie es en sí mismo una isla. Estoy más que seguro que se puede. Los que hicieron historia lo fueron. Fueron islas. Pero, también estoy seguro que ya nadie será capaz de hacer historia.
Y no es pesimismo, es pensamiento lógico y desde las pruebas recogidas en los años. Los tantos que llevo observando desde la pacifica felicidad, los avatares de esta nueva global sociedad, masificada y sodomizada gracias a su inconsciente ignorancia de los verdaderos hechos. Que tampoco, por cierto, le interesa tanto ni conocerlos, ni dejar de ser abusada íntimamente y sin consentimiento.
Una sociedad sadomasoquista, y caníbal. Que se come a sus propios vástagos, nutriéndose desde envidias y egoísmos.
Que llama “perdedores” a los que por diferentes quedan fuera del ideal del sistema. A los que se ríen a costa de ellos y luego no pueden estar solos con sí mismos de la vergüenza de ser solo “un bloque más en la pared”, a sabiendas miserables.
Porque la verdadera soledad es la de las masificaciones, y la consecuente despersonalización. Nunca se está solo, cuando uno es su propio dueño, dueño desde el auto respeto y libertad de criterios.
Y creo que flagelarse o mutilarse, es una traición a uno mismo y la causa. Porque nadie que pelea por algo, favorece al oponente, debilitándose.
Ningún soldado se mimetizaría con el enemigo y terminaría compartiendo sus métodos a la espera que la guerra fuese ganada por generación espontanea.
Y porque del quejoso mediocre, que por miedos y complejos, convive con el Establishment, reptando en sus deposiciones, me cansé.
Es entonces que decidí dejar los lugares habitados y pelear desde la honestidad de la naturaleza que nada esconde.
Alejado de las lastimas que me generaban los seres queridos, ahora ya definitivamente absorbidos por la masa. Esgrimiendo como la única arma que aprendí a manejar, las letras, a la espera que alguien alguna vez, entienda y responda en mi idioma.
Esperando cada uno y todos, los días de mi vida, alguien que busque también en mi lugar, su lugar.
Alguien deberá de responder en algún momento. Alguien lo hará.
Dudo, pero deseo y espero.
El día esta feneciendo cuando a duras penas distingo desde los vidrios rayados de mis anteojos, el vehículo que estaciona en las tranqueras de entrada, y deposita la caja envuelta en papeles decorados de dudoso gusto.
Mi hermano, y su generosidad semestral. Tabaco de pipa suficiente, algunos libros que pedí oportunamente y vituallas variadas.
Unas fotos de familia, donde se muestran las alturas logradas por los componentes más pequeños del clan, en elocuente demostración que pronto dejarán de serlo. Y entre ellas un sobre. Ya casi me había olvidado.
Un sobre sin remitente y mi nombre en su frente como destinatario.
El sobre de una carta…

Texto agregado el 15-08-2008, y leído por 668 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
30-08-2008 Este monólogo o soliloquio (como se llame), es el mejor que he leído en mucho tiempo, y leo bastante. Está trufado de sabiduría, de buena filosofía de vida, de autenticidad, de paz interior, chorrea humanidad y hasta le sobra amor en cada sílaba. Y todo por una carta sin remite. Dame la dirección de tu hermano, que voy a inspirarte de nuevo con unas cuantas cartas, sin remitente ¡Pero si a ti no te hacen falta ni cartas! maravillas
18-08-2008 me encantó la linea de tu pensamiento y como lo derivas al misterio de una carta, en fin me gustó mucho este cuento divinaluna
17-08-2008 me qde con la duda de lo del sobre... pero me encanta como reflejas en la historia tu forma de ver la vida... muy original. monique_girl
15-08-2008 a estas alturas, la pregunta lógica es: ¿qué dice esa carta?...¿la abrirás o es un sobre vacío?...¿lo continuarás?... albaclara
 
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