La Razón, el héroe que faltaba.

Aquel día no era tan diferente como el resto en el país de la Añoranza. Ni frío ni calor, templado, el sol irradiaba su calor en la medida justa y la brisa otoñal acunaba a las hojas que muy lentamente se dejaban caer, buscando su lecho de verde césped para encomendarse a su sueño eterno.
En la Plaza de la Paz, justo enfrente del Centro Cívico, jugaban dos grandes amigos: LIBERTAD y RESPETO.
LIBERTAD es una niña... y un niño; un señor y una señora; flaca y gorda; alta y baja; pobre y rica; que es tuya y es mía, es de todos.
A RESPETO todos lo llaman “el mago” porque usando sus palabras, igualmente mágicas: por favor y muchas gracias, consigue casi todo lo que se propone.
Así, mientras LIBERTAD levantaba vuelo en hamacas construidas con cadenas de amistad, RESPETO se deslizaba por el tobogán más alto, erigido sobre escaleras de humildad y consideración.
La tarde pasaba entre juegos y diversión, pero de pronto arribaron el odio, la intolerancia, la violencia y la envidia.
El sol, del susto se refugió entre las nubes y el día se hizo noche. Hasta las palomas huyeron del cielo, el soplo otoñal se transmutó en viento huracanado y el follaje aletargado corría sin rumbo por todo el lugar.
La intolerancia y la envidia tironeaban de RESPETO tratando de apoderarse del tobogán. El odio se empeñaba en cortar las hamacas, pero LIBERTAD se sostenía como podía, usando todas sus fuerzas.
Violencia al percibir la resistencia de estos inquebrantables valores llamó a sus perversos secuaces, el traidor revolver y la maléfica escopeta, que de inmediato comenzaron e ejecutar su más indigna y destructora acción.
Cuando RESPETO parecía sucumbir, LIBERTAD estaba por ser encerrada y la Plaza de la Paz perdía sus colores y sus juegos, surgió de la oscuridad la RAZÓN.
Sin perder un instante se reunió con los sombríos defectos y después de una laboriosa tarea, de idas y venidas, les propuso que entregaran sus armas, causante de tanto dolor, que aunque parezcan nuestras aliadas en cualquier momento nos atacan y traicionan, porque su esencia es la muerte.
A cambio de esta iniciativa, este nuevo héroe transformó, y solo con palabras, el odio en amor, la violencia en reconciliación, la envidia en nobleza y la intolerancia en comprensión.
El sol reapareció, su luz fue más fuerte y cálida, en la plaza las hamacas y los toboganes recobraron su júbilo y los colores se adueñaron del paisaje.
LIBERTAD y RESPETO volvieron a jugar en paz. Entre tanto la RAZÓN, recostada en almácigos de flores multicolores, mientras observaba como las palomas blancas le hacían cosquillas a las algodonosas nubes, se sonreía al darse cuenta que la VIDA tenía otra oportunidad.


DQ.