Había mucho miedo, mucho vómito y mucha vergüenza en tirarse a alguien gordo. Eso lo sabía. Estaba bastante bien para ser la primera vez o la segunda, pero para alguien con experiencia, tirarse a alguien gordo a base de mentiras y falsos sentimientos era bajo, ruin... en fin, era una mierda. Estaba ahí sentada en la cama con su cuerpo inmensamente gordo viendo a la pared. Él con su cara de mojigato imposibilitado de matar a una mosca, fumando los cigarros de ella, el muy hijo de puta.

- Ha estado bastante bien. Hiciste una mueca cuando acabaste que me mata de la risa.- dijo ella, masticando los Trotrix [¡te faltan Tortrix! me patea los huevos] de limón comprados tres horas y media antes, en el Super 24 de la Petapa.

- Ha estado bastante bien.- repitió sacando el humo en aritos- ha estado de la puta madre, mi cielo.

Ella lo miró expectante, diciendo con la mirada todo lo que su ropa trataba de ocultar. Se sentía bien después de tener sexo, había tenido muy pocas veces, considerando su edad y aquella vez era una de esas veces donde una se viene varias veces. Tuvo miedo al principio, miedo de su polla y miedo de comérsela. Terrible horror de que no se le parara al verla desnuda... miedo y horror... infinito... tanto dolor... tanta tela... imposible soportar. Según ella le había dado lucha al tipo, lucha y lucha, juegos y juegos, palabras, palabras, un par de cervezas, un par de cigarros, un par de bailes. No estaba TAN MAL. Regular, lo mismo de siempre. Pantalones rotos, camisas de marca, gorras de camionero, hebillas fin del tercermundistas enormes, ridículas, fuera de lugar. Esa noche un poco más temprano rociaba su cuerpo con perfume de los caros... talvez con un poco de suerte. Y vaya que la hubo. Este imbécil mal parido le mintió [y en esos lugares, ¿Quién no miente?] desde que le comenzó a hablar. "Gorda llena de dinero, buena mierda." Ella pagó por todo, en SU carro, en SU casa, SUS condones... vaya había estado bastante bien para comenzar un sábado. Los gritos de Daddy Yankee diciendo alguna idiotez todavía en los oídos. "de puta madre" si, hijo de puta, de puta madre, ya verás.

- Voy al baño- dijo, apagando su cigarro en la mesa.- ya me meo- astucia propia de su especie. Decir y decir, emitiendo sonidos con las cuerdas vocales, sonidos parecidos [muy parecidos, mierda] a la lluvia. Constante hasta el aburrimiento, igual, igual... verdes, verdes.

Fue haciendo sonidos de elefante agarrándose "ahí" y subiéndolo, ella rió complacida. No estaba mal. No era un novio pero peor eran las noches de tele y masturbación con lágrimas o sin ellas. Llego hasta el baño. Una grosería de rosado y temas virginales que mentían como todo en la casa. Mentiras, vaya que sorpresa. Se paró en la pose común de los que orinamos de pie. Se hizo una broma y rió de ella. Típico. Nada por aquí nada por allá señores, pasemos a la cocina.

Le fascinaba cocinar. Le encantaba. De todo, carnes, pastas, pasteles, coño, cualquier cosa que llevara mucho tiempo, mucha concentración y etc. Cualquier cosa para no pensar realmente, para obviar la borracha soledad de todos los días. Puso música, se le ocurría preparar una lasaña. ¿Qué pisados? tal vez él se quedaría a almorzar. Thom Yorke decía que por la mañana se había despertado siendo un limón. Que tierno. No contaba con las dos horas después. "Dos horas depués" diría mañana Nuestro Diario. Perfecto. Todo de la puta madre.

Se oyen gritos en la zona 14, en los apartamentos. Se oyen gritos, ¿porqué?. ¿Quién murió? pero ese es el meollo, ese es el problema, elemental mi querido PNCista. Que hay alguien colgando de la ventana de este edificio de apartamentos, dejando una pintura post-modernista en el costado del edificio. ¿Miedo? ¿Asco?, talvez. Tiene algo en la espalda, tiene un cuchillo de COCINA en la espalda.

Mientras orinaba y pensaba en que talvez la gorda lo llevara a su casa, en llevarse los cigarros y talvez algo más [que cerote] sintió una punzada de dolor. Una sola, en la curvatura de la espalda. ¡Tenía aruñones en la espalda! coño, había sido mejor de lo que pensé. El dolor se extendía por todo su costado, respiró una vez y brutal sentimiento de perder la vida por una parte del cuerpo le fragmentó la mente. Todo se fue. Todo. Subió la cabeza, la bajó. Vio la punta del cuchillo saliendo de su esternón. ¿Así se llama no?. Meados y sangre en el inodoro. Ella sonriendo en el espejo. ¿Ves, hijo de puta?. John Lennon y Paul Mcarthy cantaban que se drogaban con ayuda de sus amigos, una poca de ayuda de sus amigos. Este ser humano moría, moría, moría, la muerte lo tomaba de la mano como un amante y lo llevaba a lo inexplorados rincones de la obscuridad del no ser. Gritar, imposible. Gemir, sí, pero ella lo había oido gemir.

- ¿Así te oís cuando gemís en serio?- preguntó con una risotada. Ji ji ji. Muere. Muere. Muere. Le besó el cuello, enseñándole el cable de teléfono, como los entrenadores de perro cuando éste salta y salta, salta, perrito salta. ¡Qué gracia!. Afuera el cuchillo. Alrededor el cable. ¡Shhh! ya voy a terminar perrito, un último truco y ¡adiós!. Lo cargó como un saco de patatas, detective, la vimos desde nuestro cuarto cuando teníamos los ojos cerrados, haciendo el amor. ¿Quién no hace el amor a las 3 de la mañana? ¿En la ducha? Allá afuera hay un mundo maaaaaaaaaaaaaaaaaalo. Nadie lo vio dar el salto, ni oscilar. Sí, oscilar, ella lo hizo oscilar, bueno yo supe que para ponerle una sonrisa al edificio, pero los policías y bomberos no tuvieron esa sutileza. Esa mañana llovió. Ella ya iba para Petén. En su radio León Larregui preguntaba dónde está Paula.