CRUEL DIVINIDAD

Dios lo miró fijamente mientras inspeccionaba sus notas.
-Dime, ¿qué te agradó más de la vida que te regalé?
-Y... eh... ah...
-¿Las letras?
-No, no, qué sé yo. Me gustaron muchas cosas, tomar por ejemplo.
-¿Tomar?, ¿tomar lo que no es tuyo?
-No. Tomar, chupar whisky, vino, vodka, anís, licores, cerveza, chupar todo lo que se me pasaba por delante diosito.
-Ah si, el alcohol... -dijo dios mirando su reloj pulsera- Te sorprendería saber en que estaba pensando realmente cuando lo inventé.
-Pero te salió genial te salió.
-Solo un intento fallido de crear un armonizador social -confesó dios con un dejo de melancolía.
-¡Me estás cachando!
-Yo soy dios, yo no cacho... bueno sigamos con lo que nos ocupa ¿qué más te gustó?
-Eh... ah sí también me gustó mucho los juegos que inventaste para hacer nuestras vidas más llevaderas.
-¿Cómo cuáles hijo?
-Y... todos, los burros, las cartas, los dados, el bingo, el billar, el box, las carreras de autos, de bicicletas, de triciclos... el domino. Siempre apostando obvio.
-Mmmhh... -dijo dios acomodándose los anteojos.
-Pero ojo eh, que a mi lo que me gustaba era la emoción de la sana competencia no las apuestas...
-Claro claro... bueno, es todo, pasa por allí que San Pepe te va a indicar cuál es tu cuarto.
Mientras entraba al paraíso el hombre pensó en voz alta.
-¿Abrá buenas minitas?
-¿Cómo dijiste mortal? -dijo dios frenando la marcha del hombre- ¿Debo entender que te gustaron las mujeres?
-Si, en realidad no te quería ofender ni parecer desagradecido, pero hay dos cosas solamente que rescato de esa vida de mierda que pasé: Tirarme un buen pedo entre las sábanas, que es un placer que cualquier persona puede darse sin importar su condición social. Y la otra echarme un regio polvo.
-Bien bien... y cuéntame, ¿qué cosas te atraían de las mujeres?
-Y todo diosito, me gustaban sus rostros, su sonrisa, su andar. Me gustaban sobre todo las morenas, las rubias también... y también las pelirrojas y las teñidas. Pero lo que realmente me volvía loco era cuando tenían buenas formas, buenas curvas.
-Si buenas curvas... -dijo dios reclinándose en su sofá y dejando sus anteojos sobre el escritorio.
-Si y un buen culo... y un soberbio par de tetas paradas y duras. ¿Puedo decir teta y culo acá, no?
Dios lo miró condecendiente.
-¿Quién te pensas que inventó el lenguaje?
-Por supuesto, bueno como te contaba, me encantaba besarlas por todas partes, succionarles la lengua, morderles el cuello, apretarle los pezones entre los dientes -mientras el hombre hablaba dios apretó un botón y todo quedó enpenumbras y en silencio, sólo quedaba la voz de él y su relato- mordisquearles el culito. ¡Por vos, qué placer!, darles palmadas en las nalgas hasta dejarselas moraditas. Sentir su carne dura y firme entre mis manos...
-Si, si, recuerdo la carne -murmuró dios con los ojos entrecerrados.
-Confundirme entre sus formas, mezclarme con su sudor y su saliva, masticarles el clitoris, sentir como se estremecen de placer. Saborear su escencia dulce y salada a la vez.
-Mmmm... si... si...-gemía dios mientras disimuladamente iba deslizando una de sus manos entre sus ropas.
-Y lo mejor... lo mejor era cuando me juntaba dos atorrantitas y las tenía a las dos juntas para mi solito. ¡Por favor!. Ver como se acariciaban sus cuerpos desnudos, como se lamían hasta el último rincón de su piel, como se revolcaban una arriba de la otra intercambiándose besos ysaliva mientras un dulce olor a sexo invadía la habitación.
-Mmmmm... si... si...
-Y en ese momento cuando uno veía que ya no podía ser mejor se tiraba encima de ellas y....
-¡Si, si! -interrumpió dios gritando y lanzando unos fuertes suspiros que hicieron temblar todo el firmamento, para después de unos momentos volver a respirar aliviado.
Luego, apretando nuevamente el botón con el que había dejado todo a oscuras, se incorporó en su silla; se calzó y acomodó nuevamente las gafas, miró al hombre como si de repente hubiese recordado por qué estaba allí y endureció el gesto.
-¡¡¡Al infierno pecador!!! -Sentenció abriendo una grieta que condujo al sujeto hasta las huestes del mismísimo satanás...
Pero dicen los que saben, que en noches en las que es imposible dormir, dios lo visita y le ruega que lo entretenga con sus relatos.