La rutina me abruma. Imprimo mi currículum, le hago unas cuantas copias, salgo a patear la calle, buscando un decente presente, que me permita ser alguien, mañana..
Resulta que me subo al colectivo, y me encuentro con un montón de gente exactamente igual entre si. Con la misma cara abrumada, con los mismos ojos caídos que se escapan por la ventana, con una armónica respiración cansada, todos con el mismo frío, sintiendo el mismo resentimiento por aquél que tiene el último modelo de celular. Nos miramos mal entre todos. Nos empujamos, nos caemos, nos tiramos, nos levantamos, nos repelemos, nos escupimos, nos envidiamos, nos pisamos, nos manchamos, nos odiamos, nos matamos por un asiento vacío.
De repente todo se calma, y logro sentarme. Observo las gotas que dibujan figuras insólitas en el vidrio. Me pierdo en ellas. Empiezo a soñar con tus ojos, veo que se me aparecen entre la muchedumbre, y entonces todo se serena. Apoyo mi cabeza en tu hombro, y tus brazos me envuelven, transmitiéndome así todo tu calor. Me besas la mejilla, sonreís, el aire se llena de magia, el mundo es un pañuelo con tu perfume, todo es perfecto. Me llenas de la calma que se te cae de los labios. Siento que vuelto a nacer.
Pero de pronto amanezco con un grito seco: "VIAMONTE Y URUGUAY".
Ojalá sea este, el último currículum.

Nos despedimos