Albergaba en su pecho una esperanza que a veces encontraba infantil, utópica, incluso estúpida. Tampoco sabía el porqué ese pensamiento había nacido en su cabeza, porqué lo había engendrado ni si tenía algun sentido.
Aún así era lo suficientemente realista como para no obsesionarse en su búsqueda y olvidarse de su vida cotidiana. Y en esa realidad diaria seguía cuando sin que se diese cuenta la encontró.
Todo sucedió muy deprisa, estaba en la cola del cajero cuando cayó al suelo, apenas se dió cuenta de los gritos ni los empujones ni del sonido de los disparos, ni de como una bala disparada al aire rebotó en la lámpara e impacto en su pecho. Si sintió como la sangre manaba lenta, como fluia despacio pero sin remisión sumiéndole en un suave sopor.
Sus ojos se cerraban, sus oídos habían dejado de escuchar, aquello que durante tanto tiempo anhelaba se colaba en su cuerpo por aquel pequeño agujero inundando todo su ser mientras en su boca brotaba una sonrisa.
Por fin sentía lo que anhelaba, por fin sentía placidez.