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“Goethe se opone a la tendencia francesa a generalizar, a clasificar, a sujetar con alfileres, a adaptarlo todo en un álbum, a intentar producir algún orden racional de la experiencia humana, dejando fuera el élan vital, el flujo, la individualidad, el deseo de crear (ese elemento de los hombres que produce el choque creativo de opiniones de personas con visiones diferentes), poniendo en su lugar esa armonía muerta, esa paz que buscaban los franceses”.

Berlin, Isaiah. Las raíces del romanticismo.

Tomando en cuenta la cita anterior, explicar cómo se verifica la misma en la obra de William Blake y Goethe.


Con respecto a la cita dada, puede darse una idea del comportamiento social y psicológico (viéndolo de un modo general) de los franceses contemporáneos, en este caso, a Goethe. Aquí entra de nuevo el estudio del ser humano, referente al “querer ser” y “deber ser”, notando con toda claridad el choque que se presenta entre estos conceptos, y los conflictos que generan en las personas a nivel psicológico y personal. ¿Qué se plantea exactamente en la cita presentada? Un puente que nos lleva más cerca al entendimiento que poseía Goethe del mundo, y no sólo de él, sino también de la mayoría de los románticos de la época.

La explicación que puede dársele a la cita, tomando en cuenta un punto de vista romántico, es lo cerrados que eran los franceses en esa época en cuanto a todo lo existente en el mundo. Lo ven todo lineal, como si fueran caballos ensillados, sin la posibilidad de correr libremente a rienda suelta, siempre con la mirada fija en un mismo rumbo. Es como si prefirieran verlo todo a ciento ochenta grados, cuando perfectamente poseen la alternativa de una visión de trescientos sesenta grados. Las hojas de los árboles deben ser de color verde; nunca pueden adoptar otro color, a menos que se encuentre presente la estación del otoño. De un modo más concreto, todo es como debe ser, y no como podría llegar a ser. ¿No es un poco rutinario y poco fascinante? Es como decir que creo una dictadura en el concepto y existencialismo de la imaginación, y encierro en una caja los sentimientos de una persona, sin abrirle huecos de ningún tipo, para quitarle la posibilidad de respirar.

Lo dan todo por sentado, no buscan nuevos senderos, es como si tuviesen miedo de encontrar algo nuevo y desconocido, y peor, que se encariñen con ello. No poseen valentía de ningún tipo, prefieren la rutina antes que romper esquemas. Buscan un orden en una lluvia de ideas, una explicación de lo que sienten, y por supuesto, rechazan todo lo que sea arquetipo y desconocido; es mejor ver todo en blanco y negro que el crear una gama de grises y/o colores. ¡Qué cerrados eran, y cómo demostraron Goethe y Blake lo equivocados que estaban!

Como buenos románticos, Blake y Goethe tenían una visión del mundo no sólo de trescientos sesenta grados, sino también una muy personal. No permitían que nadie les diera alguna explicación de ningún tipo; ellos creaban sus propios conceptos, tenían sus propias creencias y razonamientos, y no había ser ni fuerza en el mundo que los convenciera de lo contrario. Iban en contra de la sociedad, fueron tomados por seres esotéricos, pero cómo los alabamos hoy en día por todas las verdades y realidades que han aportado.

Tomando a Blake, se puede decir que logró dar una descripción perfecta de lo que era la sociedad en aquel entonces. Primero, con ‘El Tigre’, donde da noción de la fiereza del felino, sus colores brillantes y oscuros, el fulgor maligno y profundo de sus ojos, lo ronco y estruendoso de sus rugidos entre sus temibles fauces, y la capacidad impecable que posee como asesino. Perfecta descripción de una persona, no sólo cerrada, sino también con deseos de destruir todo aquello que le es diferente y desconocido. ¿No es acaso perfecta la comparación de la sociedad con semejante bestia?

Analizando ahora su poema de ‘La Rosa Enferma’, se puede tomar a la sociedad contemporánea a Blake como el gusano, y a las personas como Blake por la rosa; una rosa, tan hermosa flor de vivos colores y rico aroma, tan inocente y delicada a pesar de sus fervientes espinas. Y comenzamos: el gusano que avisa tan bello y diferente vegetal, trepa por sus hojas y tallo, llega a los carnosos pétalos mordisqueándolos con malicia y deleite, y la pobre rosa que no puede defenderse. Y así hasta que perece, pasando de algo hermoso a algo totalmente andrajoso. ¿Acaso no es esa la actitud que toma la sociedad con personas como Blake? Y no sólo poetas, sino también con científicos y revolucionarios.

En el caso de Goethe, se lo ve totalmente identificado en su obra ‘Werther’, donde cada cosa en el mundo es única, y lo que para uno es sólo “una cosa más”, para Goethe es “algo maravilloso”. Con ‘Werther’, se puede ver el choque de ideales y creencias entre el escritor y la sociedad, donde la locura es vista como algo diabólico, mientras que para Goethe es una actitud diferente, y por lo tanto algo desconocido que no sabremos si nos gusta o no, hasta el momento en que lo veamos, o al sentirlo, ¿y por qué no saborearlo? Hay tantas formas de que lo desconocido se nos haga familiar.

Goethe ve al amor prohibido como una historia bella y dolorosa; la sociedad lo ve como un crimen, tal como el caso de ‘Romeo y Julieta’ de Shakespeare. Hablando con sinceridad propia, ¿y por qué al amor hay que verlo como algo incorrecto o maligno, cuando en realidad es uno de los sentimientos más bellos y dolorosos que ha tenido el humano en su existencia?

De vuelta a la cita, la sociedad francesa buscaba algo constante, le tenían miedo al cambio. No comprendían que la vida no eran papelitos que se ponían en un corcho, sino más bien una mezcla de pinturas sobre yeso y piedras preciosas; la vida no son fotos colocadas en orden dentro de un álbum, sino que se encuentran regadas sobre el suelo y otras cosas más. No todo es racional, también existe la locura. No puedes quitarle a alguien el deseo de crear y soñar, sino le estás quitando el aire con que respira. Viva la paz cambiante, no la muerta. El ser humano no debe dejar “fuera el élan vital”, es como si vieras a una persona sin alma, pero que aún respira, y si acaso siente. ¿Por qué la sociedad no abre los ojos de una buena vez ante esto? No, tienen que aparecer un Blake y un Goethe, para que sufran sus vidas, sean amados en sus muertes, recordados más adelante, y finalmente olvidados en el futuro.

Vania Liberoff Vázquez

Texto agregado el 10-08-2008, y leído por 300 visitantes. (0 votos)


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