La ciudad gira
con sus edificios quietos,
y el rumor del día
me eleva sobre los techos,
para hacerme girar
también en ellos.
Las gentes en bandadas
y desordenadas sin límites
me marean con su caminar:
Trajín de peces, de aves, de mar.
La ciudad me siente
levemente en su regazo,
me deja tranquilo, me mueve,
me hace girar sin rechazo,
y después soy ciudad leve,
soy transeunte, soy pedazo
de ciudad viviente
con vitrinas y vehículos,
con maniquíes que saludan
en un eterno ridículo.
Ven, me llama la ciudad.
Camina mis veredas,
cruza mis calles y mis aceras,
háblame al medio día con voz serena,
pero deja que yo me exalte
en esta incansable faena.
¡Cuidado que han tendido
camillas de loza, no se por qué,
y yo soy camilla de tendida
en mi asfáltico parquet.
Habla, habla sin cansancio
con vos de gentes, de autos,
de microbuses y trastos.
Mira, mira sin cansancio
con ojos de tiendas y canastos,
de vendedores callejeros y artefactos.
La ciudad gira
y todo gira en ella,
incluso yo también me muevo
aún cuando mi caminar termina.
22.12.76
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