He visto a la tarde llorar
sus lágrimas cálidas
y tomar las hojas
hasta dejarlas sin agua.
No se como,
pero ha esparcido su enagua
transparente de rosas pálidas.

Revolcándose sobre un vestido
de desagradable sabor a nada,
el viento ha perseguido
mil ruidos y palabras,
para unirlas en un silbido
y luego olvidarlas como algas
lejos de la tierra y el agua.

Luchando con fuerza invisible
y de sonriente color a perlas,
las hojas sin agua y secas
han querido ser reinas,
en la tarde de moralejas
en que cada piedra se quema.

La tierra flor marchita
y de color a cenizas,
a piedras deshechas
sin nombre ni camisa
ha extendido sus labios secos
para que los bese la brisa
y ésta su beso lleva lejos.

Confundiéndose en el aire
va caminando el beso
con color a polvo y a vinagre
en la atmósfera de calor grueso,
sin color, sin aire,
con cansancio, con sueño
y brillantes reflejos.

Con nubes destrozadas
como sonámbulos de agua,
que no contienen más que
su propio aliento,
y en su sueño quiebran rosas
de incomparable vapor de viento
para mezclarse en el infinito cielo.
22.12.76