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Perdóname Señor,
pero hoy conocí a una Diosa:
Tenía tanto en sus cabellos
que me costó comprenderla hermosa.
Tenía tanta nieve su piel
que sentí mi alma llorosa
y cantaba tan dulce su voz
que la mía era espinosa.
Había dulzura en su nombre
y era más tierna que rosa,
que no bastaron mis versos
ni la palidez de mi prosa
para tender a sus pies mi alfombra
de lirios, violetas y rosas.
Perdóname Señor,
pero me ha mirado una Diosa,
porque ha hablado conmigo,
por creerla mariposa.
Perdóname Señor,
pero era Mujer y no Diosa.
15.12.76
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Texto agregado el 27-04-2004, y leído por 208
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