Sobre ríos de lava espero mi muerte envuelta en camisón de luto agonizo lentamente. Con una vela retorcida le indico al carruaje de ébanos caballos la cripta de mi equipaje. Le entrego con lágrimas ácidas un corazón descompuesto a la dama del abismo ángel placido y perfecto. La toma de mi pecho soltando una diabólica risa dejándome en pena enorme con alma que ridiculiza. Así, quede hueca al sentimiento destazando la memoria que como ardiente ácido desintegra mi cruda alegría. La muerte dulce y cándida me libera del dolor y ahora vivo feliz ignorando lo que es el amor. TLiLan
Texto agregado el 08-08-2008, y leído por 112 visitantes. (0 votos)