Cuenta una Antigua historia,
que cerca de las lejanas estrellas,
y cerca del arcoiris,
que aparecía al esfumarse la lluvia,
descendían los Ángeles de la luz
a nuestro querido y sufrido planeta.
Eran tiempos difíciles,
de muchas tragedias, y muchas guerras,
y el hombre había perdido gran parte de su humanidad
debido a estos difíciles tiempos.
Así que el Buen Dios mando a sus Ángeles más guerreros,
Vestidos con su alma amorosa,
Y su gran sonrisa a ayudar a los humanos
Para brindarles consuelo y sembrar en ellos un poco de fe.
Sin embargo, a pesar de que aparecían en forma humana,
Y ayudaban al hombre de la forma más misteriosa,
Nadie los reconocía, y, en ocasiones,
Por la gran desesperación del hombre ni las gracias daban a estos extraños seres.
Y así pasó el tiempo,
Y estos grandes Ángeles ayudaban sin medida,
La ingratitud de los humanos hizo que estos decidieran en una oleada volver otra vez al cielo.
Un buen día, antes de partir, un grupo de niños reunidos en un pequeño callejón los vieron.
Quedaron perplejos por su gran altura, y su bella sonrisa.
Los más pequeños le dijeron:
“Amigos no se vayan, no nos abandonen, nuestras familias necesitan vuestra ayuda.
Si ustedes se van, ¿quien va ayudar a curar a los enfermos?
¿Y quienes les va sembrar la fe a nuestras familias?
Nosotros si tenemos fe a pesar de que somos pequeños"
Los Ángeles se arrepintieron y se quedaron en la tierra,
Y por eso se dice que solo aquellos que son como niños,
Pueden reconocer estos magníficos seres celestiales,
Ya que la inocencia y el gran corazón de un niño le permite ver lo que no es visible.
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