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Un Dragón magicamente escapo del disquet donde se hallaba alojado, para cumplir con la simple tarea de fumarse un cigarrillo a escondidas.
Ignorante de conocer de su especie esa capacidad natural de expulsar fuego por la trompa,
detuvo a un transeunte que pasaba caminando tranquilo, y haciendole la típica veña de cuando se solicita ese elemento prestado, logró el cometido de por fín encenderlo, pero cuando se despidió deciendo gracias y chau, soltó una bocanada que insinero el rostro del caminante amigo.
(Se dirá en el futuro lejano) Cuenta la leyenda que luego de tanto sufrir una enorme tristeza,
en tan solamente el transcurso de tres dias de angustia ininterrumpida por los daños ocacionados,
dicho mitológico animal, se hubo convertido en un auténtico ser humano con todas las verdaderas letras.